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Adabel

Hoy es un buen día. Mis hormonas me están dando una tregua, no he vomitado al despertar y todavía no he salido de la cama.

Además, hay una tormenta de nieve. Siempre me gustó la nieve, especialmente las tormentas. Son caóticas y hermosas, una combinación que me hipnotiza cada vez que veo una.

Me estiro con pereza y salgo de la cama, ya vacía. Es imposible que despierte antes que Travis, al parecer. Me ducho y me pongo ropa cómoda y me percato de que estoy bastante obsesionada con usar camisetas que delaten mi embarazo y que estoy — también — completamente loca por la sonrisa que pone el león cada vez que me ve.

Camino hasta la cocina, de buen humor. No dejo que el hecho de que Andrei y Nikolai van a regresar mañana a casa me entristezca. Lo cierto es que la presencia de mi hermano y que ambos estemos aquí ha removido demasiadas cosas del pasado y es algo que he hablado con el psicólogo.

Pienso demasiado en mamá y siento que la extraño mucho.

—Buenos días —sonrío. Solo Travis está en la cocina, de espaldas a mí, preparando algo en una sartén.

—Buenos días, serpiente —voltea ligeramente y me sonríe. Rodeo la mesa y me detengo a su lado. Antes de que pueda decir algo, tiene su mano en mi mentón y me está besando —. Te ves bonita.

—Deja de coquetearme, cachorro —sonrío y me quedo cerca de él mientras termina de cocinar. Ni siquiera intento pretender que no me levanté del lado meloso de la cama. Por Dios, es como si quisiera tener sus manos cerca de mí todo el tiempo.

—Deberías sentarte — murmura.

—Estoy bien aquí —me ignora y mueve una de las sillas hacia mí —. Estuve en la cama hasta recién.

—Lo sé.

Suspiro y, sin discutir, apoyo el trasero en la silla.

—¿Dónde están Nik y Andrei?

—Hablando con Gemma —me responde —, por lo que entendí, tuvo una pesadilla.

Intento no sentirme culpable de que ellos estén aquí y no con ella. Me lo trato de tomar con calma, pensando en todo lo que he hablado con el psicólogo y en desligarme de esa responsabilidad y culpa que siento con todo esto, aunque es difícil. Sigue siendo el primer impulso y debo razonarlo para que esos pensamientos no me ataquen.

—Espero que ella esté bien —respondo finalmente.

Me pongo de pie y camino hacia la alacena donde están todas las pastillas y goteros con las medicaciones, refuerzos, hormonas y vitaminas que debo tomar y suspiro, antes de comenzar a prepararme mentalmente para tragar todo eso. También debo darme una inyección mensual y se supone que esta semana debo hacerlo.

—Ada — la voz de Travis me hace sacar los ojos de reguero de medicamentos y parpadeo algunas veces —, estabas ida. ¿Todo está bien?

—Si, solo estaba pensando — carraspeo mientras diluyo las gotas de ácido fólico en jugo de naranja exprimido y me lo bebo, aunque el sabor es desagradable.

—¿En qué?

—En nada en particular. Solo... pensando pensamientos.

—Pensando pensamientos— repite con una sonrisa burlona.

—Si, los pensamientos se piensan.

—Claro... — me observa con gracias. Luego, deja la comida sobre la mesa y lo señala —. Desayuna.

—Estás disfrutando mucho esto de darme órdenes, cachorro y no me gusta — me quejo, mientras camino hacia la silla y me acomodo —, que no se te suba a la cabeza.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora