Epílogo

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Seis años después

Travis

—Pa... papá... ¡papi! —el toqueteo insistente en mi brazo me hace abrir los ojos e intento enfocar la vista en la oscuridad.

Roma está de pie allí, mirándome y enciendo la luz de noche, sin entender qué demonios pasa. No suele despertarse en la madrugada, así que cruzo los dedos esperando a que no sea algo malo.

—¿Qué sucede?

—No puedo dormirme —me dice en un susurro.

Quiero reírme, pero me contengo. No puede dormirse, entonces la niña caprichosa viene a despertar a su padre. Claro.

Lo típico de una niña de seis.

—Está bien, espera en tu cuarto e iré en un minuto —le digo, antes de terminar de despertarme, ponerme ropa y suspirar.

—¿Qué sucede? — el suspiro adormilado de Ada me hace observarla.

—Roma se despertó, me quedaré un rato con ella —le digo.

Ella asiente, antes de murmurar:

—Debe estar nerviosa por mañana.

—No lo sé —admito y termino de vestirme para ir a la habitación de nuestra hija. Roma está sentada en su cama y sostiene el peluche de pantera que mi prima le regaló hace años —. ¿Qué pasa, nena? ¿Por qué no puedes dormirte? ¿Tuviste una pesadilla? —me pongo en cuclillas frente a ella y la veo negar. No me dice nada y hago un examen visual, notando si tiene algo pero no hay nada.

—Es que mañana será mi presentación y estoy nerviosa, no puedo dormirme —me explica. Mueve sus piernas y yo suspiro, frunciendo el ceño cuando noto que se ha puesto las zapatillas de ballet.

Parpadeo.

Roma comenzó con eso hace unos meses, luego de que Ada le hablara sobre su mamá y le mostrara algunos videos. Ella solita pidió iniciar con el ballet, así que buscamos una academia para que pueda hacerlo.

Mañana es su primera presentación.

—Oye... yo también estaría nervioso, pero saldrá todo bien —le digo, mientras observo las paredes pintadas. Gemma logró plasmar perfectamente todo lo que Roma quería en sus paredes.

—¿Y si me caigo en el escenario?

—Te levantas y sigues bailando.

—Es que hay un giro que no me sale —me dice.

No soy experto en ballet, no sé nada de ballet y ni siquiera sé qué se supone que le diga más allá de un:

—Lo harás bien, nena — murmuro —, y si fallas, aprendes. Todos nos equivocamos.

—¿Tú te equivocas?

—Todo el tiempo —le sonrío —, ¿recuerdas el otro día que me pediste el tutú rosado y te pasé el violeta?

Se ríe.

Me sorprende cuando me echa los brazos al cuello y me abraza. Aún me sigue pareciendo diminuta pero ha crecido bastante.

—No tienes sueño, ¿verdad?

—Es que no voy a poder dormirme —dice —. ¿Podemos visitar a Karma?

Suspiro.

Las actitudes parecidas con Adabel me siguen sorprendiendo, porque Ada, cuando tenía pesadillas, solía salir a caminar o visitaba la reserva y Roma tiene las mismas tendencias.

Cuando no lograba dormirse en la madrugada, siendo apenas una bebé, solía salir a caminar con ella y lograba dormirla. Así que no me sorprende que quiera ir a la reserva a ver a la pantera.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora