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Me quito los abrigos una vez que estamos dentro de la casa. Alguien se ha ocupado de encender la calefacción, porque el ambiente cálido nos recibe. Vlad nos ayuda a entrar el equipaje que traje y Nik me observa con una sonrisa.

—¿Quieres una taza de chocolate caliente?

—No debería —suspiro —, no ayudas con mi diabetes, Nikolai —sonrío.

Hace una mueca.

—Lo siento.

—No pasa nada.

Caminamos hacia la cocina y nos detenemos allí. Nastia, la otra mujer que solía trabajar aquí, nos sonríe. Es joven y es el estereotipo de mujer rusa. Ojos azules, cabello casi blanco y una figura alta y esbelta.

Su madre, Sveta, también trabajó aquí pero ya se retiró.

—Buenas tarde, señorita Pavlov —me dice con una sonrisa leve.

Le devuelvo el gesto. Ella y yo siempre nos hemos llevado bien e incluso la consideré mi amiga en algún momento. Somos de edad similar y solíamos hablar cada vez que yo estaba aquí.

—Buenas tardes.

—Ada, ¿No estás cansada? —me cuestiona Nikolai.

—No, en realidad estoy bien.

—De acuerdo —me sonríe —, pero deberías recostarte. No puedes andar de aquí para allá.

—Está bien, iré a la cama dentro de un rato —prometo —, al menos deja que estire mis piernas. Estuve acostada casi un mes.

Se ríe.

—Owen se tomó muy a pecho todo lo que le dijo Travis.

Frunzo el ceño.

—¿Qué fue exactamente lo que le dijo Travis?

Traga saliva.

—Que debía cuidarte, nada más —dice —. Por cierto, él y tu hermano estarán aquí en algún momento entre mañana por la noche y el jueves.

—Está bien — una sonrisa ansiosa cubre mis labios —. Te agradezco mucho que estés aquí.

—Lo que sea por la familia, Ada, ya lo sabes.

Sonrío.

—¿Lo ves? Deberíamos adoptarte legalmente.

Resopla.

—Ni en sueños, ustedes los Pavlov tienen un tornillo zafado —sonríe.

Me río.

—Está bien.

—Por cierto, creí que sería mejor que estuvieras en las habitaciones de abajo. Será más cómodo que subir y bajar escaleras, especialmente cuando mini bestia deje de ser mini —sonríe —. ¿Quieres instalarte?

Me ayuda a llevar el equipaje hasta el cuarto y, cuando llegamos, observo con sorpresa las cosas que hay sobre la cama.

—¿Qué es eso?

—Isla te lo envía, dice que se te hará más sencillo el embarazo con eso —explica —, y también hay otras cosas que te envió Marianne y Alexis —sonríe —, tipos de madres, no lo sé. No quise preguntar.

Hay pantalones de maternidad y otras cosas bastante útiles para un embarazo.

—No...

—Lamento que todo Seks lo supiera, sé que, seguramente, quería decirlo tú —suspira —, pero creo que el nerviosismo de Travis delató todo.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora