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El primer trimestre de embarazo se termina y yo quiero saltar y chillar de la emoción, porque esa suele ser la parte más riesgosa de los embarazos. Aunque yo perdí a Evi durante el cuarto mes de gestación y es el que más me asusta, si soy sincera.

Se supone que hoy también llegarán Viktor y Brass, para pasar unos días con nosotros y estoy bastante feliz de poder ver a mi primo más joven. Creo que el hecho de que Vik y yo naciéramos el mismo año nos ha hecho muy unidos y por eso, de todos los hombres de mi familia, es con quien más unida me siento.

—Creo que va a ser bueno que Viktor y Brass te hablen en ruso — le digo a Travis mientras doy vuelta la tortilla en la sartén. No hago muchas cosas, pero al menos logro ganar algunas discusiones y preparar el almuerzo de vez en cuando, para no sentirme completamente inutil. No es que dar vuelta la comida fuera a ser muy peligroso, pero, de todos modos, Travis está a dos pasos de mí, mirando todo con atención.

—Ajá —ni siquiera creo que me esté prestando mucha atención.

—¿Sucede algo?

—No, nada. Solo estaba pensando en algunas cosas — me da una sonrisa cálida y se inclina, besando el costado de mi cabeza antes de añadir —. Deja que yo termine con esto, ve a sentarte.

No discuto. No porque no quiera, lo admito, pero sí porque este último mes y las cientas de llamadas con Lianna, el psicólogo, Cal y Dorian me han hecho entender porqué lo hace. Aunque me cuesta horrores delegar y pedir ayuda, estoy aprendiendo.

Además, admito que todo este tiempo de pareja terminó de romper cualquier tipo de barrera entre nosotros. No es como si hubiera muchas, pero hubo un quiebre allí que me gustó.

—Se supone que mi primo y Brass deberían estar aquí en unas horas — le digo.

—Es cierto.

—Podrías ir con ellos a la ciudad, Viktor conoce bien todo —añado —, o alguien podría pensar que te tengo aquí secuestrado —bromeo.

Me sonríe y se inclina, robándome un beso.

—A mí nadie me obliga a estar aquí —murmura y añade —: Come.

Lo hacemos en un silencio cómodo, que no me molesta. Lo agradable de la convivencia con el león es que podemos tener nuestros propios espacios. Quizás podría verse difícil, teniendo en cuenta que estamos aquí encerrados, pero como el clima mejoró y solo quedan algunas ventiscas fuertes, podemos salir al exterior. Creo que está enamorado de la extensión y le gustaría más si la viera durante el verano, aunque por ahora deba conformarse con el paisaje invernal.

—¿Brass también sabe ruso?

Asiento.

—Lianna tuvo la idea para distraer un poco a Gemma cuando tuvo el accidente —le explico —, mi hermano les enseñó.

Me da una mirada que anticipa un comentario burlón.

—Creí que era un requisito para entrar al clan Pavlov.

Le sonrío.

—Si, bueno... Te tomaremos una evaluación en ruso y luego tendrás que dejar caer una gota de tu sangre en una fogata. Esa es la iniciación —le digo con seriedad, aunque me dura poco.

—Lo suponía —resopla.

Llevo una porción de comida a mi boca mientras intento contener la diversión.

—También planeo incluir en el clan a tu mamá — le digo.

Sonríe y niega.

—No se lo digas, siquiera, que estará fastidiando para aprender ruso en menos de un minuto.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora