¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...
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Historia (Parte dos)
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- Y tú, Mayven -cuestiono Annabeth-. ¿Cuál es tu historia antes de conocer a ellos?
La mire irritada, luego suspiré y volví a cerrar los ojos antes de hablar:
- Crecí en un orfanato, eso ya lo saben; el Spring lilia, allí me dejaron cuando era una bebé -comencé-. Fui educada por monjas.. nada que recomiende. No son tan puras como dicen ser.
No me apetecía hablar más asi que callé. Los ronquidos de Grover comenzaron a escucharce.
Hacia el final de nuestro segundo día en el tren, el 13 de junio, ocho días antes del solsticio de verano, cruzamos unas colinas doradas y el río Mississipi hasta San Luis.
Y por si se lo preguntan, no, Percy y yo aún no hablamos de lo sucedido en el bosque... Ni siquiera nos dirigimos la palabra.
Al pasar por la arquitectura del famoso arco, Annabeth estiró el cuello para ver mejor, el Gateway Arch, que a mí me pareció una enorme asa de bolsa de la compra en medio de la ciudad.
- Quiero hacer eso -suspiró.
- ¿El qué? -preguntó el pelinegro.
- Construir algo como eso. ¿Han visto alguna vez el Partenón?
-Sólo en fotos -contestamos los dos juntos. Algo incómodo.
- Algún día iré a verlo en persona -nos ignoró-. Voy a construir el mayor monumento a los dioses que se haya hecho nunca. Algo que dure mil años.
Percy soltó una risa antes de decir:
- ¿Tú? ¿Arquitecta?
Tarado.
- Sí, arquitecta. Atenea espera de sus hijos que creen cosas, no sólo que las rompan, como cierto dios de los terremotos que me sé muy bien.
Observé los remolinos en el agua marrón del Mississipi, antes de contestar.
