¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...
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El ataque de las ratas voladoras (Parte uno)
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Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo deseaba.
En primer lugar, tener al esquelético instalándo en la Casa Grande es una pesadilla, por las mañanas hace el suficiente ruido como para levantarme, a media noche intenta asustarme a través de ruidos "tenebrosos", pero (gracias a la convocación de un esqueleto del ejército de mi padre) no puede hacerlo.
-Maldita niña del Averno -lo escuche decir una vez, luego de intentar entrar a mi habitación.
Buchanan, el militar esqueleto, lo persiguió hasta donde esquelético se hospedaba.
Por más que quería burlarme de Tántalo, no podía, Dionisio (luego del incidente) me envió a una cabaña para alojarme hasta que esquelético regresará a los Campos de Castigo.
Adivinen qué cabaña es.
La diez.
La cabaña de los niños y niñas de Afrodita.
Según Dionisio, ellos lo pidieron. Mi destino de hospedaje sería la cabaña de Hermes.
-Debes saber que esto es un honor para tí -me había dicho Silena-, también es un honor para nosotros tener a un descendiente de los tres grande aquí.
Después de eso ella me dió un tour por la cabaña y me dió las reglas.
-Algo que agregar -dijo al final.
-No toquen mis cosas, no me molesten y yo nos los pulverizare o revelaré sus pesadillas...-dije-. Gracias por el hospedaje.
Por otro lado, Dafne y yo la pasábamos juntos la mayoría del tiempo, intentaba enseñarle algunas cosas; algunos campistas se acercaban a mi e intentaban ser mis amigos.
Percy se la pasaba de mal humor casi todo el tiempo. Dafne y yo comenzamos a tratar con Tyson, el cíclope es una ternura; se comporta como si tuviera la misma edad que la mini rubia.
