¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Visita a papá
┕━━━━━━┑💀┍━━━━━━┙
Polifemo empezó a bramar furioso, coloque nuevamente mi gorra y salí corriendo antes que la roca que agarró (que resultó la de la entrada) impactará donde había estado antes. Oí y sentí el cómo se hacía añicos con gran estruendo sacudiendo el suelo.
Me escondí detrás de un arbusto y espere unos segundos (ya sin la gorra) antes de volver a gritar:
—¡Ni siquiera has aprendido a tirar piedras, so inepto!
Polifemo aulló:
—¡Ven aquí! ¡Ven que te mato, Nadie!
—¡No puedes matar a Nadie, estúpido zoquete! —volví a mofarme—. ¡Ven a buscarme!
Esta vez no me coloque la gorra, solo salí corriendo tratando de escabullirme entre la maleza, al mismo tiempo seguía gritando. Polifemo corria ladera abajo siguiendo mi voz sin percatarse de mi cuerpo.
Lo de llamarme «Nadie» no habría funcionado con ningún otro ser, pero este había sido el nombre que utilizó Ulises para engañar a Polifemo siglos atrás, justo antes de pinchar el ojo con un palo al rojo vivo. Supuse que aquel nombre despertaría instantáneamente su rencor, y no me había equivocado.
Durante minutos seguí corriendo e insultando al cíclope hasta que sucedió lo inevitable.
Una roca cayó a centímetros de mí, derribando un árbol y quitándome el acceso a alguna vía de escape o escondite. Con las manos temblorosas trate de colocarme la gorra, pero fue imposible.
El primer golpe había llegado.
******* 💀 *******
—¡He atrapado a Nadie! —decía Polifemo, regodeándose.
Sonreía con aire malvado y me sostenía de las piernas como a un pescado. Había perdido la orientación y las fuerzas con el primer manotazo.
—¡Ja! —dijo Polifemo—. ¡Repulsiva niña invisible! Ya tengo otra muy peleona para casarme. ¡A ti te voy a asar con salsa picante de mango!