La rebelión de los ponis
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La hoja de Backbiter relucía con un maligno brillo de un gris dorado en el punto donde el acero se había fundido con el bronce celestial. Casi se llegaba a percibir la tensión interna de aquella hoja. Era como si se hubieran unido a la fuerza dos imanes opuestos. No sabía cómo había sido fabricada, pero intuía una tragedia detrás de ella: alguien había muerto mientras la forjaban. Luke silbó a uno de sus hombres, que le arrojó un escudo redondo de cuero y bronce. Esbozó una sonrisa malvada.
—Luke —dijo Annabeth—, proporciónale un escudo al menos.
—Lo siento, Annabeth. A esta fiesta, cada uno se trae su propio equipo.
—Sucio embustero —le dije, él solo sonrió burlón.
Luke embistió y por poco no acabó con Percy a la primera. Su espada pasó por debajo de su brazo, desgarrando la camisa. El aire quedó atascado en mis pulmones.
Percy retrocedió de un salto y contraatacó, pero Luke desvió la hoja con un golpe de su escudo.
—Madre mía, Percy —dijo en tono de reproche—. Estás en baja forma.
Volvió otra vez a la carga y le lanzó un mandoble a la cabeza. Otro mini infarto para mí. El pelinegro lo paró y dió una estocada, pero Luke se hizo a un lado sin problemas.
Cuando Luke embistió otra vez, Percy
saltó hacia atrás y se sumergió en la piscina. Volví a cerrar los ojos concentrándome en llamar a las sombras. Las palmas comenzaron a sudarme, el estómago se retorció y en cada dedo de mis manos sentía hormigueo.«Vengan —rezaba internamente—. Por favor vengan.»
—¡Peeeercy! —escuché el grito angustiado de Grover. Abrí los ojos.
El pelinegro ya no podía más, herido se arrastró hacia la piscina.
—Quiero que veas una cosa antes de morir, Percy —primero le dirigió una mirada a Oreius, que aún tenía a Annabeth y Grover agarrados por el cuello y luego dirigió una mirada a la mujer dragon que me sostenía—. Ya puedes zamparte tu cena, Oreius. Y tú, Esma, ya puedes cobrar venganza por la muerte de tu hermana. Buen provecho.
La nombrada Esma soltó un bramido satisfecho.
«Ya están aquí», pensé.
Convocando a las sombras y desaparecí para volver a aparecer detrás de la mujer dragon. Mi fiel compañera σκιά apareció en mi mano y con una sola estocada destruí la esencia del monstruo. Los demás tripulantes jadearon de sorpresa y retrocedieron ante aquel vista fúnebre y letal que la espada de hierro Estigio monstraba.
Y entonces se desató un lío del demonio.
¡Zas!
Una flecha con un penacho rojo apareció de golpe clavada en la boca de Oreius. Con una expresión de sorpresa en su rostro peludo, el oso se desmoronó sobre la cubierta.
—¡Hermanito! —aulló Agrius, y aflojó un poco las riendas del pegaso: lo justo para que el corcel le arrease una coz en la cabeza y echara a volar por la bahía de Miami.
Durante una fracción de segundo, los guardias de Luke se quedaron tan atónitos y asustados que no hicieron otra cosa que mirar cómo se disolvían en humo los cuerpos de los dos gemelos y de la mujer dragon.
Enseguida se desató un coro enloquecido de gritos de guerra y cascos retumbando sobre la cubierta. Una docena de centauros apareció por la escalera principal.
—¡Ponis! —gritó Tyson, extasiado.
Mi mente no lograba procesar todo lo que veía. Quirón estaba entre los atacantes, pero la verdad es que sus parientes apenas se parecían a él. Había centauros con cuerpo negro de semental árabe, otros con el pelaje dorado de los palominos y otros con manchas blancas y anaranjadas, como caballos pintados. Algunos llevaban camisetas de brillantes colores con leyendas fosforescentes que ponían: «PONIS PARA FIESTAS Y CUMPLEAÑOS. ÁREA DE FLORIDA.» Unos iban armados con arcos, otros con bates de béisbol y algunos incluso con pistolas de pintura. Uno de ellos tenía la cara pintarrajeada como un guerrero comanche, otro iba a pecho descubierto y todo pintado de verde, y un tercero llevaba una gorra de béisbol y unas gafas con ojos de plástico colgando de dos largos muelles.
Irrumpieron sobre la cubierta con tal ferocidad y tanto colorido que hasta el mismísimo Luke pareció por un momento completamente flipado. Yo no estaba segura de si venían de fiesta o en son de guerra. Las dos cosas, al parecer. Mientras Luke alzaba su espada para reagrupar a sus tropas, un centauro disparó una flecha con un guante de boxeo en la punta. Con el golpe que le dio a Luke en la cara, lo mandó directo a la piscina.
Sus guerreros se dispersaban. No era para culparlos. Enfrentarse a los cascos de un caballo encabritado ya es suficiente para ponerte los pelos de punta, pero si resulta que encima se trata de un centauro armado con un arco y con ganas de juerga, hasta el guerrero más valeroso se batiría en retirada.
—¡A por ellos! —gritó uno de los ponis.
Dispararon sus pistolas de pintura. Una oleada de azul y amarillo explotó sobre los guerreros de Luke y los dejó ciegos y embadurnados de pies a cabeza. Intentaban echar a correr, pero lo único que conseguían era resbalar y caerse. Quirón se acercó al galope a Annabeth y Grover, los alzó limpiamente y se los colocó en el lomo.
Yo traté de mantenerme de pie, pero tal parece que Quirón tenía razón, ni siquiera el vellocino me pudo ayudar con el problema de viajes sombras. Estaba completamente mariada y cansada.
—¡Ataquen, idiotas! —gritaba Luke a sus tropas. Por debajo de la cubierta, empezó a sonar una alarma enloquecida.
En cualquier momento nos veríamos desbordados por los refuerzos de Luke. De hecho, sus guerreros ya empezaban a recuperarse de la sorpresa y se enfrentaban a los centauros con sus lanzas y espadas.
Tyson apartó de un guantazo a media docena y los mandó por encima de la barandilla a la bahía de Miami. Pero ya llegaban más guerreros por las escaleras.—¡Retirada, hermanos! —gritó Quirón.
—¡No te saldrás con la tuya, hombre caballo! —le gritó Luke. Alzó su espada furioso, pero volvió a recibir en plena cara otra flecha con un guante de boxeo y cayó sentado en una tumbona.
Un centauro de pelaje completamente negro me izó sobre su lomo.
—¡Tyson! —escuché gritar a Percy, subido en el lomo de un centauro de pelaje dorado—. ¡Vamos!
Los guerreros de Luke se estaban reorganizando para adoptar una formación de falange. Pero cuando por fin estuvieron preparados para avanzar, los centauros ya galopaban hasta el borde de la cubierta y saltaban la barandilla sin ningún temor, como si aquello fuese la valla de una carrera de obstáculos y no la de un crucero de diez pisos de altura. Estaba convencida de que no saldríamos vivos de aquélla.
Caímos en picado hacia el muelle y pensé que íbamos a estrellarnos. Pero los centauros aterrizaron en el asfalto con una simple sacudida y salieron al galope, dando gritos y soltando pullas contra el Princesa Andrómeda mientras cruzaban corriendo las calles del centro de Miami.Una siesta no me caería mal, pensé y así lo hice, me acome bien sobre el lomo del centauro y me deje llevar por el cansancio.
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Daughter of Shadows || PJO
Fanfiction¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...