Chapter Fifty One

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Un rottweiler juguetón (Parte uno)

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Un rottweiler juguetón (Parte uno)

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Cuando volví a cerrar los ojos, el ascensor ya no era un ascensor. Estábamos encima de una barcaza de madera. Caronte empujaba una pértiga a través de un río oscuro y aceitoso en el que flotaban huesos, peces muertos y otras cosas más extrañas: muñecas de plástico, claveles aplastados, diplomas de bordes dorados empapados.

El río Estige.

— El río Estige —murmuró Annabeth, como leyendo mi mente—. Está tan…

Contaminado.

— Contaminado —la ayudó Caronte, ¿¡me están leyendo la mente!?—. Durante miles de años, vosotros los humanos habéis ido tirando de todo mientras lo cruzabais: esperanzas, sueños, deseos que jamás se hicieron realidad. Gestión de residuos irresponsable, si vamos a eso.

La niebla se enroscó sobre la mugrienta agua. Por encima de nosotros, casi perdido en la penumbra, había un techo de estalactitas. Más adelante, la otra orilla brillaba con una luz verdosa, del color del veneno.

Tal y como lo recordaba.

Percy me agarró de la mano. En circunstancias normales, entendiendo cómo se sentía, me sentí de la misma manera cuando vine por primera vez. Quería asegurarse de que alguien más estaba vivo en el barco.

La orilla del inframundo apareció ante nuestra vista. Unos cien metros de rocas escarpadas y arena volcánica negra llegaban hasta la base de un elevado muro de piedra, que se extendía a cada lado hasta donde se perdía la vista. Llegó un sonido muy conocido para mí, desde alguna parte cercana, en la penumbra verde, y reverberó en las rocas: el gruñido de un animal de gran tamaño. Cerbero.

— El viejo Tres Caras está hambriento —comentó Caronte. Su sonrisa se volvió esquelética a la luz verde—. Mala suerte, diosecillos.

La quilla de la barcaza se posó sobre la arena negra. Los muertos empezaron a desembarcar. Una mujer llevaba a una niña pequeña de la mano. Un anciano y una anciana cojeaban agarrados del brazo. Un chico, no mayor que yo, arrastraba los pies en su hábito gris.

Daughter of Shadows || PJO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora