¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...
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Trabajo de castigó y regresó
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- Tienes la evidencia en tus narices -me dijo padre-. Él te ha lavado el cerebro.
- Papá, por favor.
- ¡No! -bramó-. Estarás castigada después de ésto -palidecí-, regresaras al orfanato y no volverás al campamentucho ese.
- Padre -dije con voz quebrada.
Iba a decir algo más pero la voz de Percy gritando un "Ya basta" me detuvo. Ambos nos giramos a verlo.
- Sé qué hacer -le dijo a Grover y Annabeth-. Tomen estas dos. -Les dió una perla a cada uno.
- Pero Percy... -protestó Annabeth.
Se volvió y miró a su madre.
Aquí, justo en este momento mi mente recordó un párrafo de lo que dijo el Oráculo «Al final, perderán algo valioso frente a la verdad y no conseguirán salvar lo más importante.»
Quise decirles lo siento a mis amigos. Pero no podía mirarlos a los ojos y ellos no me miraban.
- Lo siento -susurró Percy a su madre-. Volveré. Encontraré un modo.
La mirada de suficiencia desapareció del rostro de Hades.
- ¿Diosecillo...?
- Encontraré vuestro yelmo, tío -le dijo-. Se lo devolveré. No se olvide de aumentarle el sueldo a Caronte.
- No me desafíes...
- Y tampoco pasaría nada si jugaras un poco con Cerbero de vez en cuando. Le gustan las pelotas de goma roja.
Me miró. Sus ojos verde mar estaban tan tristes. Su expresión delataba lo decepcionado y dolido que estaba por mi culpa.
- Percy Jackson, no vas a...
- ¡Ahora, chicos! -gritó.
- ¡Destruyanlos! -exclamó Hades.
El ejército de esqueletos abrió fuego, los fragmentos de perlas explotaron a sus pies con un estallido de luz verde y una ráfaga de aire fresco. Quedaron encerrados en una esfera lechosa que empezó a flotar por encima del suelo.
