¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...
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Rey del lavabo (Parte tres)
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Observé la pequeña sección de suelo que me habían otorgado, justo al lado de Percy. Tenía mi equipaje y el cuerno del Minotauro. Pensé en dejarlos allí, pero luego recordé lo que leí en los libros de papá, Hermes también era el dios de los ladrones.
Miré alrededor. Algunos nos observaban con recelo, otros sonreían estúpidamente, y otros me miraban como si esperaran la oportunidad de echar mano a mi mochila o mis bolsillos.
—¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí? —preguntó mi amigo.
—Buena pregunta —respondió Luke—. Hasta que los determinen.
—¿Cuánto tardarán? –todos rieron por la pregunta de Percy. Eso no es tonto, solo curiosidad. ¡Bola de estúpidos!
—Vamos —dijo Annabeth—. Les enseñaré la cancha de voleibol.
—Ya las hemos visto –respondí mirando a los demás. Ellos palidecieron en cuanto vieron mis ojos fríos y ceño fruncido.
—Vamos —me agarró del brazo y me arrastró fuera, mientras algunos chicos reían incómodos a mis espaldas.
—Jackson, tienes que esforzarte más—dijo Annabeth cuando nos separamos unos metros—. Ambos tienen que esforzarse.
Rodee los ojos con irritación. Esto será como el colegio.
Percy pregunto.
—¿Qué?
Annabeth puso los ojos en blanco y murmuró entre dientes:
—¿Cómo pude creer que eran los elegidos?
—Pero ¿qué te pasa, rubia? –me enfade—. Lo único que sabemos es que las cosas no son normales y que hemos matado a un hombre toro…
—¡No hables así! —me increpó Annabeth—. ¿Sabes cuántos chicos en este campamento desearían haber gozado de la oportunidad que ustedes tuvieron?
