Chapter Twenty Four

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Nubes carnívoras

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Nubes carnívoras

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Si piensas en la «isla del monstruo», te imaginas un montón de rocas escarpadas y huesos esparcidos
por la playa, como en la isla de las sirenas. Pero la isla del cíclope no tenía nada de eso.

Polifemo tiene un haz bajo la manga que permite la prosperidad de su isla.

Tiene el Vellocino de Oro.

La reliquia sagrada capaz de curar todo a su toque. Por ello el aspecto caribeño del lugar; los prados verdes,
árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima.

Sí, vale, todo un paraíso, pero también hay un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Venía a ser lo mismo que poner una valla publicitaria que advirtiese: «Algo
maligno vive aquí.».

Navegábamos hacia la orilla cuando su poder fue perceptible para mis sentidos agudos, inspiré profundo aquel aire perfumado que el viento desplegaba.

— El Vellocino de Oro —dije.

La cura para el envenenamiento del árbol de Thalia.

— ¿Se morirá la isla si nos lo llevamos? —cuestiona Percy.

— No lo sé —fui sincera—. Tal vez perderá su exuberancia y volverá a su estado anterior, fuera cual fuese.

En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas, aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba un roble descomunal. Había algo dorado que relucía en sus ramas; el Vellocino.

— Esto es demasiado fácil —dijo Percy—. ¿Subimos allí caminando y nos los llevamos?

—Se supone que hay un guardián. Un dragón o…

Justo en ese momento surgió entre los arbustos un ciervo. Trotó por el prado, seguramente en busca de pasto, y de repente todas las ovejas se pusieron a balar y se abalanzaron sobre él. Ocurrió tan deprisa que el ciervo se tambaleó y desapareció en un mar de lana y pezuñas. Hubo un revuelo de hierba y mechones de pelaje marrón.

Daughter of Shadows || PJO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora