La carrera
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A la mañana siguiente, todos hablaban de la carrera de carros, aunque miraban con inquietud al cielo esperando que apareciera una bandada de pájaros del Estínfalo. No apareció ninguno. Era un hermoso día de verano, con el cielo azul y un sol resplandeciente. El campamento empezaba a recuperar el aspecto de siempre: los prados, verdes y exuberantes; las blancas columnas de los edificios, reluciendo al sol, y las ninfas del bosque jugando alegremente entre los árboles.
Yo, en cambio, me sentía fatal. Me había pasado la noche despierta, pensando en la conversación que tuve con mi madrastra.
No fui consciente de lo que hacía hasta que la multitud estalló en un gran griterío, rompiendo la burbuja de automanejo en la que me encontraba.
Annabeth y Percy habían ganado.
Todos nuestros amigos se agolparon a su alrededor y empezaron a corear sus nombres, pero Annabeth gritó aún con más fuerza:
—¡Un momento! ¡Escuchen! ¡No hemos sido sólo nosotros!
La multitud no dejaba de gritar, pero Annabeth se las arregló para hacerse oír:
—¡No lo habríamos conseguido sin la ayuda de otras persona! ¡Sin ellos no habríamos ganado esta carrera, ni recuperado el Vellocino de Oro, ni salvado a Grover, ni nada! ¡Le debemos nuestras vidas a Tyson y Mayven!
—¡A mi hermano y a mi amiga! —dijo Percy a voz en cuello—. ¡A mi hermano pequeño! ¡Y a mi mejor amiga!
Me sonroje. La gente estalló en vítores, me hicieron subir con mis amigos y el pelinegro me dio un beso en la mejilla, después de lo cual el rugido de la multitud aumentó bastante de volumen. La cabaña entera de Atenea nos subió a hombros a Annabeth, a Tyson, a Percy y a mí, y nos llevó hasta la plataforma de los vencedores, donde Quirón aguardaba para entregar las coronas de laurel.
Aquella tarde fue una de las más felices que había pasado en el campamento, lo cual quizá sirva para demostrar que nunca puedes saber cuándo todo tu mundo se va a desmoronar en pedazos.
Grover anunció que pasaría el resto del verano con nosotros antes de reanudar la búsqueda de Pan. Tan impresionados tenía a sus jefes del Consejo de los Sabios Ungulados, por no haberse dejado matar y por haber allanado el camino de los futuros buscadores, que le concedieron un permiso de dos meses y un juego nuevo de flautas de junco. La única mala noticia era que Grover insistía en pasar las tardes tocando con aquellas flautas, porque sus dotes musicales no es que hubieran mejorado mucho, la verdad.
Dafne seguía siendo la misma niña adorable y risueña que ha sido desde siempre, solo que ahora se dedica a plantar todo tipo de semillas y ordenarles que crezcan. He procurado cuidarla y observarla más desde la visita que hizo mi madrastra. Algunas campistas han notado lo que hace Dafne y ya escuché algunos rumores del que la niña es hija de Deméter, pero que la diosa no quiere reconocerla por un problema que tuvo con su padre.
Bueno, pariente de Deméter si lo es, pero no es su hija.. es su nieta.
No he tenido noticias de mi padre o de su esposa, o de algún otro divino. Lo que me ha permitido tomar un respiro y no preocuparme tanto por el riesgo que corre y correría Dafne si se enteran de quien es hija.
******* 💀 *******
Al día siguiente, encontre a Percy frente a la playa. Annabeth y Grover se unieron a mí.
—Percy —lo llamé.
Él volvió a verme, lucia melancólico, sus ojos pestañaban sin sesar.
—Tyson… ha tenido que… —dijo con la voz entre cortada.
—Ya lo sabemos —repuso Annabeth en voz baja—. Nos lo ha dicho Quirón.
—Las fraguas de los cíclopes. —Grover se estremeció—. ¡Me han dicho que la comida de la cafetería es horrible! ¡No hay enchiladas, por ejemplo!
Sabiendo lo que se siente estar solo, me acerqué a él y con gran tranquilidad lo abrace. Devolvió el gesto con fuerza.
—Él estará bien —susurre en su oído—. Tú esteras bien y cuando menos lo esperes, volverán a reunirse —me separé de él—. Vamos, niño sirena. Es hora de cenar.
Regresamos hacia el pabellón del comedor; los cuatro juntos, como en los viejos tiempos.
******* 💀 *******
Aquella noche se desató una tormenta tremenda, aunque dio un rodeo en torno al Campamento Mestizo, como siempre hacían las tormentas. Los relámpagos rasgaban el horizonte y las olas arreciaban en la playa, pero no cayó una sola gota de agua en todo el valle. Estábamos otra vez protegidos, gracias al Vellocino de Oro; aislados dentro de nuestras fronteras mágicas.
Aún así, sabía que está noche era distinta. Un suceso sobrenatural estaba ocurriendo, algo relacionado con un alma.. podía sentirlo.
Mis sueños agitados lo confirmaron. Primero estaba en un lugar oscuro persiguiendo a una mancha blanca, a los segundo de salir por la entra de lo que parecía ser una cueva, ya no era solo una mancha, era una chica con el pelo corto y oscuro, y pecas por toda la nariz; era de complexión ágil y fuerte, como una corredora de fondo, y vestía con la combinación de ropa punk y el estilo gótico: camiseta negra, vaqueros negros andrajosos y una chaqueta de cuero con chapas de grupos musicales que jamás había oído. Una risa gélida inundando el lugar en cuanto intente salir de la oscuridad.
Luego el sueño cambió. Yo caminaba por el inframundo con dirección al castillo de mi padre. Todo estaba en su lugar, solo cambiaba una cosa, el jardín de Perséfone lucia diferente, más embelesador y atrayente. Subí por la escalinata del palacio, entre columnas negras y a través de un pórtico de mármol negro, hasta la entrada. Ingrese al castillo, allí, sentado en su trono de huesos humanos, se hallaba mi padre vestido con una túnica de seda negra y una corona de oro trenzado. Su rostro pálido Lucía aún más serio de lo normal, él solo dijo una palabra: «Prepárate.»
Me desperté con un sobresalto. Al instante note un aura sobrenatural.
Una alma.
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Daughter of Shadows || PJO
Fanfiction¿Qué pasaría si un día descubrieras que, en realidad, eres hijo de un dios griego que debe cumplir una misión secreta? Eso es lo que le sucede a Mayven Monroe, que a partir de ese momento se dispone a vivir los acontecimientos más emocionantes de su...