Chapter Fifteen

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Una nueva profecía

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Una nueva profecía

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La momia apergaminada que encarnaba al Oráculo avanzó arrastrando los pies hasta situarse en el centro del grupo. La niebla
culebreaba en torno a sus pies, confiriéndole a la nieve un repulsivo tono verdoso.

Nadie se atrevió a mover ni una ceja. Entonces su voz siseó en el interior de mi cabeza. Los demás podían oírla también, por lo visto, porque muchos se taparon los oídos.

«Soy el espíritu de Delfos —dijo la voz—. Portavoz de las profecías de Apolo
Febo, que mató a la poderosa Pitón.»

El Oráculo me observó con sus ojos muertos y vacíos. Después fue Percy su víctima. Luego se volvió hacia Zoë Belladona.

«Acércate, tú que buscas, y pregunta.»

Zoë tragó saliva.

—¿Qué debo hacer para ayudar a mi diosa?

La boca del Oráculo se abrió y dejó escapar un hilo de niebla verde. Vi la vaga imagen de una montaña, y a una chica en su áspera cima. Era Artemisa, pero cargada de cadenas y sujeta a las rocas con grilletes. Permanecía de rodillas con las manos alzadas, como defendiéndose de un atacante, y parecía sufrir un gran dolor. El Oráculo habló:

Seis buscarán en el oeste a la diosa encadenada, uno se perderá en la tierra sin lluvia y, uno su corazón
entre sombras perderá,
el azote del Olimpo muestra la senda, campistas y cazadoras prevalecen unidos,
a la maldición del titán dos resistirán, y uno perecerá por mano paterna.

En medio de un silencio sepulcral, la niebla verde se replegó, retorciéndose como una serpiente, y desapareció por la boca de la momia. El Oráculo se sentó en una roca y se quedó tan inmóvil como en el desván. Como si fuera a quedarse junto al arroyo cien años.

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El consejo de líderes de cabaña —aunque no tenía una cabaña yo estaba aquí por ser la única hija de Hades en el campamento— se celebró alrededor de la mesa de ping pong, en la sala de juegos.

Dioniso hizo una seña y surgieron bolsas de nachos y galletitas saladas y unas cuantas botellas de vino tinto. Quirón tuvo que recordarle que el vino iba contra las restricciones que le habían impuesto, y que la mayoría de nosotros éramos menores. El señor D suspiró. Chasqueó los dedos y el vino se transformó en Coca Diet. Nadie la probó tampoco.

El señor D y Quirón —ahora en silla de ruedas— se sentaron en un extremo de la mesa. Zoë y Bianca di Angelo, convertida en su asistente personal o algo parecido, ocuparon el otro extremo. Thalia, Percy, Grover y yo nos situamos en el lado derecho y los demás líderes —Beckendorf, Silena Beauregard y los hermanos Stoll—, en el izquierdo. Se suponía que los chicos de Ares tenían que enviar también un representante, pero todos se habían roto algún miembro durante la captura de la bandera —cortesía de las cazadoras— y ahora reposaban en la enfermería.

Daughter of Shadows || PJO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora