II

462 60 0
                                    

—Perdón, no pude escucharte, Soobin-ssi.—se acercó a su rostro para escucharlo, y sin motivo, aquel se cubrió el rostro avergonzado.

—Decía q-que si... q-queremos i-ir al baño... ¿por qué n-no podemos i-ir luego del toque de q-queda...?

—Oh, eso es fácil de explicar, Soobin-ssi. —palmeó otra vez su espalda.—Lo que pasa es que hace un tiempo pasó algo grave por dejar pasar eso.

—¿Algo... grave?

—Sí, pequeño. —le sonrió.

Ladeó su mirada, nervioso por el apodo.

¿Cómo es que solo la mirada de su profesor le intimidaba tanto?, lograba ponerlo más nervioso que cuando exponía frente a un público.

—No le he contado esto a nadie de la clase, pero te lo contaré a ti, solo porque quiero que sepas que las reglas son muy importantes. —lo miró a los ojos. Soobin evitó el contacto visual.

Ahora se sentía extraño, muy extraño. Se sentía de alguna manera especial al oír eso.

—Gracias, profesor...

Miró con cariño al pelinegro.

—Resulta que hace exactamente dos meses, un alumno de otro salón salió al baño sospechosamente a las diez de la noche. Creo que pensó que nadie vigilaría a esas horas, pero lo atraparon en el baño encontrándose con una postulante a monja...

Formó una "o" con los labios.

—Lo expulsaron, ¿no es así?...

—Los.—corrigió.—En realidad no lo iban a hacer debido a que sus padres ofrecieron dinero al director. Sin embargo, lo hicieron porque luego de semanas se descubrió que la postulante salió embarazada del alumno.

Eso sí que sorprendió al pelinegro.

—No sólo eso, al haber hecho tal cosa grave, el director se encargó de ensuciar sus expedientes por casi ensuciar el de su Internado.

—Ya veo...

Vio una mueca preocupada en su rostro. Le pareció lindo.

La verdad es que el menor tenía algo de miedo de incumplir alguna norma y perjudicar a sus padres si lo hacía.

—Simplemente tienes que portarte bien, Soobin-ssi. Estoy seguro de que serás un buen chico. —removió sus cabellos delicadamente.

—Gracias, profesor... —ladeó la mirada, sus mejillas volviéndose rojas.

—Puedes ir con tus compañeros si deseas, ya aclaré tus dudas, ¿no es así?

—Sí, gracias de nuevo... Nos vemos en clases, p-profesor. —dio una reverencia de 90 grados y se fue casi corriendo afuera del salón.

Cuando su alumno se fue completamente, soltó una risita. Su comportamiento extraño era tan... ¿lindo?...

Parecía que desde aquel día, sus clases serían más entretenidas.

♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora