♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆

XXIV

Ingresó al salón en completo silencio. Con las manos en el bolsillo.

—Soobin.

Las cosas se pusieron un tanto incómodas desde lo que Kai les dijo.

—¿Sí? —dijo con un tono algo desafiante.

—Llegaste tarde.

No sólo era su novio. También era su tutor. Y debía de encargarse de su educación y formación.

Irónico que solo con un beso compraba una tarea entera.

—Perdón.—se disculpó con un falso tono.

No es que se haya quedado despierto toda la noche no pudiendo dormir por la información que había procesado.

—¿Sabes las normas, verdad?

Claro que las sabía.

Yeonjun tal vez estaba siendo algo duro con él. Sin embargo por algún motivo estaba ¿enojado? y no sólo él.

—Sí las sé. —volteó a verlo, con una mirada algo extraña de descifrar.

¿Tristeza? ¿enojo? ¿seria?

—Me alegro. Siéntate.—le indicó en un tono severo.

Todos los demás siendo espectadores. Y Beomgyu con una mueca desaprobatoria.

—¿Qué mierda está pasando? —musitó para él mismo.

Kai volteó a verlo con una mueca nerviosa. Y éste se dio cuenta, para verlo con una mirada rara.

De inmediato apartó la vista.

Le hizo caso a su profesor y se sentó. Sin antes darle una mirada de enojo. Y éste también.

A diferencia de días anteriores, cuando se miraban como si fueran lo más increíble y hermoso del mundo.

¿Pero por qué estaban enojados uno con el otro?

Ni ellos lo sabían.

Había transcurrido la clase con normalidad, a diferencia de que el tono alegre que Yeonjun usaba para explicar sus clases no estaba, para que uno serio y algo frío apareciera.

—La página 50 y 52 son cuestionarios que deben de rellenar con un plazo de 4 días contando desde hoy. Pueden salir. —informó viendo un libro, se quitó las gafas y vio su reloj. El receso dio inicio.

En cuestión de segundos Soobin salió corriendo. Quiso detenerlo, pero simplemente ya no podía.

Debía de admitir que estaba odiando el hecho de estar peleados, sin embargo su orgullo no lo dejaba aceptarlo.

Parecía extraño pero, ya lo extrañaba.

—Profesor, tengo una duda.

Este salió de sus pensamientos para ver al pelinegro frente a él. Todos los demás ya no estaban en el salón.

—¿Kim?... claro, dime.

—¿Por qué tenemos que entender al humano para entender a Dios?

Esta vez suspiró.

—Porque tenemos que entendernos en toda nuestra dimensión, eso nos da un gran paso cerca a un ejercicio a la fe. —repitió como una grabadora. Después de todo, eso había estudiado día y noche.

—¡Oh, entiendo!, eso tiene sentido. —"No, definitivamente no lo tiene. ", sonrió. Para sentarse frente a su escritorio.

Donde Soobin siempre se sentaba para conversar sobre los temas que dictaba antes de ser novios.