XVII

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Presionó el botón y la videollamada dio inicio.

Suspiró.

—Hola, mamá, papá.

—¡Hola, hijo!

—¡Hijo!

Saludaron sus padres.

Este sonrió algo nervioso.

—¿Cómo estás? ¿sirven buena comida, verdad? ¿cómo vas con tus estudios?—su mamá comenzó a preguntar.

—¿Aprendiste algo de Cura? —bromeó su padre.

Este solo formó una mueca en un intento de sonreír. Una sonrisa falsa.

—Estoy bien... sí sirven buena comida, supongo.—evadió la última pregunta de su madre y la de su padre.

—Ya veo. ¿Te gusta el lugar?... nunca pensé que realmente estudiarías ahí, hijo. Es tu sueño hecho realidad, ¿no? —le sonrió en grande.

Tragó saliva.

Y suspiró internamente.

—Sí.

—Soobin, te ves algo decaído... ¿todo bien?—consultó su madre.

—Ah. Todo bien. ¿Por qué lo dices?—miró a todos lados, ansioso.

Aquello era obligatorio. Debido a una regla que consistía en que cada mes se hacía sí o sí una videollamada con tus familiares. Era la única vez en que se podía agarrar un dispositivo electrónico en todo el mes.

—Bueno... te vemos un poco callado, hijo.—dijo su padre.

—¿Hiciste nuevos amigos, hijo? —preguntó emocionada su madre.

—Sí... de hecho se llama Kai. Es mi mejor amigo. —sonrió fugaz.

Mentía. Desde que comenzó a salir con Yeonjun, dejó de hablar con Kai porque las cosas se habían puesto un poco incómodas sin algún motivo. Además de que parecía comenzar a sospechar de su relación.

—¡Me alegro mucho, Soobin! —dijo emocionada. —Espero que la pases muy bien, SooSoo. —mencionó al tiempo en que terminaba de coser algo.

Se sintió el peor hijo del mundo.

Porque sus padres habían ahorrado por años para que él pudiera entrar a aquel Internado. Sin embargo en vez de aprovechar y estudiar como se debía, ahora se consideraba ateo en secreto, sólo para poder estar en una relación con su profesor.

Pero no se arrepentía de aquello de alguna manera.

¿Qué pasaría si le dijera todo aquello a sus padres? Que era:

Un mal amigo, por su comportamiento con Kai. Ateo, por ser libre. Tramposo, al no tener necesidad de estudiar porque Yeonjun se encargaba de ello. Gay, por gustar de un hombre. Y hasta lujurioso, por tener relaciones con su tutor casi a diario.

—... entonces la señora Lee nos pidió cincuenta túnicas para el bautizo de su hijo, ya que harían un tipo de evento, ¿no es encantadora?... tendremos mucho trabajo esta semana. —contó con una sonrisa. Una de hoyuelos, como la de Soobin.

Este levantó la cabeza espantado. No la había escuchado por estar metido en sus pensamientos.

—Ah... sí. —sonrió flojamente y nervioso.

—Tu padre también se irá de viaje a Daegu para entregar la túnica de un sacerdote conocido de por ahí. Creo que se quedará también para escuchar la misa que hará. —habló mientras terminaba de usar una máquina de coser.

♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora