LXXVI

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—¿Q-Qué?

Park no era de tartamudear.

Para nada.

No cuando tenía que aparentar ser imponente y porque era técnicamente el ejemplo de muchos estudiantes al ser un ex-cura.

Pero ahora mismo no era nada al lado de aquel muchacho de orbes negras oscuras. Quien diciéndole algunas simples palabras imperativas, logró derrumbar su castillo "perfecto" y agrietado por mentiras y secretos que no supo guardar bien.

—Yo estaba al tanto de este caso. Me pareció tan extraño que ese alumno se retirara de la nada, y sorpresivamente sus padres y "él" se fueran a vivir a Estados Unidos. No le tomé importancia porque mis superiores me lo ordenaron. Lamentablemente.

El de cabellos blancos se desmayaría en cualquier momento. No podía con más. Había llegado a su límite.

—Sobornaron a los padres del alumno y a la alumna para que no dijeran nada, ¿no es así?

Ninguna palabra salió de sus secos y agrietados labios.

—¿De cuánto dinero estamos hablando?, ¿un millón? no, es muy poco, más. ¿Lo sacaron de los padres de familia y misas? ¿del dinero que los fieles dan para la "caridad" que usan después para su beneficio propio? Engañando a miles de personas con el cuento de que va para los niños huérfanos.

Una gota de sudor surgió de su sien.

—Dígame. ¿El director sabe de esto?, mejor dicho, ¿acaso él también es parte de esto?, ¿no sería mejor si le preguntamos nosotros mismos?

No. El director no.

—Conteste.

Sosteniendo un registro viejo de alumnos, con la mirada sobre el anciano. Estaba lleno de enojo. De impotencia por tal aberración.

Una total injusticia.

—El chico murió asfixiado por culpa de uno de los guardias. Al atraparlo in fraganti, lo golpeó tan fuerte en la cabeza que lo noqueó y lo lanzó al agua, no pudo salir y murió. Sobornaron a la chica que se encontraba con él todos los días, y a sus padres les dieron boletos para el viaje y dinero. Mucho dinero.

Park no podía creer lo que oía.

Volteó. Y se encontró con la cabellera castaña de aquel que pensó que era de confianza. Aquel que tal vez se quedaría con él hasta el último, hasta que todo se acabara.

—Seokjin.—sus belfos trepidaban.

—No puedo seguir siendo su perro faldero. Todo se acabó y lo sabe. No puedo seguir viviendo de esta manera. No quise que fuera así.—musitó. Con los ojos entrecerrados.

El muchacho que sostenía el registro estaba incrédulo. Con una sonrisa enorme. Todo al fin tenía sentido, las piezas iban encajando, y el rompecabezas se fue armando.

—Esto es tan indignante.

Tomó su celular para teclear algunas cosas y soltar un suspiro enorme.

—Me indicaron donde está la oficina del director. No hace falta seguir hablando con usted, Park. Por otro lado, gracias por la cooperación. —se dirigió a Kim quien estaba cabizbajo, con una media sonrisa aliviada. De quitarse un gran peso encima.

El mayor de todos estaba quieto en su lugar. No tenía que decir ni hacer.

—Oficialmente, su Internado no queda clausurado de modo temporal.

¿Qué?

—Queda cerrado definitivamente, por incumplir normas sanitarias, por fraudes, por soborno ilegal y un asesinato que se fue cubrido con capital. —tomó un lapicero para comenzar a escribir en una libreta.

♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora