IV

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Había pasado un mes desde que entró a aquel Internado, y un mes desde que ningún Padre Nuestro o Ave María detuvieron los sentimientos que comenzaron a crecer desde que conoció a su tutor.

Más ahora que sus rostros se encontraban a milímetros.

—Acá está. —con su pulgar quitó un pedazo de hoja seca. —Soobin-ssi. Soobin-ssi. —llamó, pero el pelinegro solo estaba estático en su lugar.

Su corazón latiendo a mil y su rostro tan rojo como las rosas del rosal del patio.

—G-Gracias... —cerró los ojos fuertemente.

—No es nada... ¿Soobin, sabes?... he notado algo muy raro en ti desde que viniste.

"Que no se dé cuenta. Que no se dé cuenta."

—¿Qué e-es, profesor?—cabizbajo preguntó.

—Siempre te ves algo nervioso... pensé que era porque eras nuevo y, bueno, los novatos suelen estar nerviosos, pero tú ya lo estás siempre...

—A-Ah, y-yo... n-no solo es q-que... yo... —sus mejillas calentaron más. 

Fea sensación, pensó.

Quiso golpearse las mejillas levemente, pero en cambio el de gafas tomó sus muñecas. Levantó la vista, nervioso.

—Para estos casos, puedes preguntarle a Kang por algunos consejos. Es el mejor de la clase en hacer exposiciones en público. —contó.—¿Por-

—Sí, profesor, gracias, profesor. —asintió sin mirarlo.

—Si quie-

—Creo que K-Kai me llama, tengo que ir, a-adiós profesor... —se separó casi brusco de su agarre y se fue corriendo hacia al patio. Dejando a Yeonjun más que confundido, ya que no escuchó a Kai.

Soltó una risita.

—Lindo.

Por otro lado Soobin fue a buscar al rubio. Él era el único amigo que tenía, y solo quería de su compañía ahora.

Y lo divisó tirado en el pasto del patio, haciendo quien sabe qué.

—Ning.

—¿Sí? —se sentó rápidamente.

—Tengo que contarte algo. —confesó cabizbajo.

—¡Claro!, ¿Qué pasa?—preguntó.

Se sentó a su lado para luego suspirar. Se acercó lo suficiente a su amigo, para que éste fuera el único en escucharlo.

—¿Recuerdas que hace un mes te pregunté sobre los nervios y eso...?

—... Sí, ¿por qué lo dices?

—Bueno... yo...

Su amigo rubio lo miró con expectación.

—Yo... por algún motivo siento eso cada vez que veo a-al tutor.

—¿Qué...?... ¿al tutor Kim?—susurró fuerte, sorprendido y algo espantado.

—No... al profesor Choi.

—Ah... —asintió aliviado. —Espera, ¿qué?—por poco casi gritaba.

—Sí... pero no se lo digas a nadie...—musitó.

—¿Estás enamorado del profesor?, pero él es hombre... ¿entonces tú...?

—No estoy enamorado. —negó fugazmente. Avergonzado por alguna razón. —Ya sé que es hombre, por eso es que no puede ser enamoramiento. —musitó.

♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora