Postfazione.

232 22 14
                                    

Se oía un gran silencio.

Había terminado de dejar a cada uno de sus alumnos en sus respectivas casas o destinos, y la bulla que hacían dejó de resonar por su auto.

Ahora eran sólo Soobin y él. Su pequeño y él.

Lo vio, con los labios temblando, y mano sujetada fuertemente de la suya, mientras sus ojos se enfocaban fuera. En la carretera. Ya que estaban estacionados fuera de una tienda de comestibles.

—Binnie, ¿quieres ir con ellos? —preguntó, como si hubiera leído sus pensamientos. El menor saltó sobre su lugar, para verlo de inmediato.

¿Cómo había adivinado?

—Yo... siento que... no estoy listo.

—Tómate tu tiempo, bebé.—le sonrió, para acariciar sus dedos. —Recuerda que de igual forma, voy a estar a tu lado pase lo que pase.

Soobin achicó los ojos. Su hyung era tan comprensivo y paciente.

—Gracias...

Y pareció que esas palabras le hicieron recordar lo que había prometido.

"También lucharé por lo nuestro."

No podía incumplir. Y además, había pasado mucho tiempo, pensando en estar en aquella situación. Era la hora.

Es así que meditandolo un rato, se decidió.

—Vamos ahora.

—¿De verdad?

Asintió frenético. Con un brillito en los ojos, más que seguro, ahora.

—Prometi que lo haría. Además, ¿estarás a mi lado, no?...

No hizo falta recibir respuesta. Un beso casto en los labios fue suficiente.

—Por supuesto que sí.—sonrió entre sus labios.

Debía de admitir que estaba nervioso.

¿Cómo se tomarían aquella noticia su padre y madre?

Durante el camino no hacía más que pensar en eso. Y su novio ya lo había notado. Es por ello que se encargó indirectamente de darle apoyo, acariciando su mano que yacía en su diestra y tomando sus dedos para entrelazarlos.

—A la derecha... y a la siguiente cuadra.

Cada vez estaban más cerca. Y su corazón latía más rápido por los nervios.

En poco tiempo e inesperadamente, ya estaban ahí.

—Soo, ¿cuál de esas casas?

—L-La derecha.

Una mezcla de nostalgia, alegría, miedo y tristeza lo embriagaban. Parecía que las palabras decisivas de hace minutos no fueron más que sólo palabras.

Yeonjun se estacionó en la mediana casa de patio bonito, y suspiró.

Si era sincero, él también estaba nervioso. Nervioso de conocer a sus suegros, nervioso de lo que pasaría al revelar la relación que tenía con Soobin, nervioso de arruinar la unión familiar que los unía.

Pero ambos sabían que habían prometido una cosa. Y es por ello, que eso los animaba a continuar.

Bajaron del auto, Soobin de inmediato yendo a su hyung para abrazarlo del brazo.

—Jun... estoy nervioso... —este lo tomó de los hombros con suavidad.

—Imagínate yo. —soltó una risita que hizo reír a Soobin de igual forma.—No pasará nada, ¿sí?

♰|Castigo de Dios ©yeonbin ¡◌⚟┆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora