Bajo la oscuridad, caminaba entre ella, sumergiéndose más hasta tocar fondo. Ella se había vuelto una parte de el, sabía que era peligrosa y siguió con ella si con ello conseguía mantener a salvó lo que amaba y que quería proteger. Habían sacrificio...
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NARUTO: - Bueno, no soy ellos. - Tomo un respiro y miro al único ojo visible. - No puedes pedir que haga cosas que ellos ya hayan hecho. Yo por otro lado, seré distinto. Dejaré mí huella de otra forma, y te aseguro que seré incluso mejor que ellos. - Sus ojos miraron con evidente seriedad, esta vez dejaron de tener ese brillo característico que llevaba. No sé dejaría humillar y sobre todo no dejaría que le dijeran que todo su esfuerzo no había valido la pena.
(...)
NARUTO: - ¡Ya basta! ¡Déjalos! - Exclamó viendo cómo su sensei y compañeros eran torturados, mientras el veían todo.
Por más que pelearon no pudieron hacer mucho, Itachi le había ayudado a luchar, incluso con la muerte de su compañero había despertado el Sharingan, pero no tuvieron una gran oportunidad de herirlo de gravedad, poco después el Uchiha había sido noqueado. Y el no pudo hacer mucho cuando protegía a su equipo y al oji-negro.
Nada había servido el pelear cuando lo habían atrapado y que fuera espectador de como sufría su equipo. Por suerte Itachi se encontraba todavía inconsciente. Sin embargo, lo que sus ojos veían no se compararía con algo más, no quería perder a su familia. No quería que sufrieran, además, no quería quedarse solo.
NARUTO: - ¿Qué quieres? No les hagas más daño ¡Te daré lo que quieres! - Sus ojos no pudieron contener las lágrimas, no cuando no podía hacer nada para que ellos no sufrieran. - Lo que quieras, pero, por favor.... No les hagas daño. - Suplico, viendo cómo el otro iba hacía el.
- ¿Lo que quiera? - Sin vacilar, el Namikaze asintió. Haría todo porqué ya no sintieran dolor. - Eso suena tentador, pero.... - Y sin más se dio la vuelta para ir hacía la única chica.
NARUTO: - No, no, no. - Negó varias veces, viendo cómo su caminata se hacía cada vez más lento. - ¡Déjala! ¡Te daré lo que quieras! ¡Solo déjalos ir! - Su voz salió ronca, odiaba llorar, pero esta vez no pudo ocultarlo. Sus ojos se agrandaron cuando vio como la espada del otro se enterraba con profundidad en el corazón de Akira.
Trato de zafarse del agarré que había sobre el, su corazón empezó a palpitar a un ritmo alarmante. En su mente solo pasaba como la espada era enterrada.
NARUTO: - No, no, no, no, Akira. - Empezó a susurrar, deseando que todo fuera mentira. - ¡Akira! D-déjalos - Su labio tembló y no pudo evitar soltar con tartamudeo.
Una vez más miro como esa misma espada se enterraba en el corazón de Kenzo, su corazón se estrujó. Sentía como millones de chuchillas se enterraban con profundidad en su corazón, el dolor de una pérdida era inmenso y para que doliera a un más, miraba como la vida de su equipo se iba sin que el pudiera hacer algo.
NARUTO: - ¡Issey-sensei! - El cable Ninja le empezó a cortar la piel, dejando que cayera libremente su sangre. Y por tercera vez un corazón dejo de latir, su sensei se hallaba muerto al igual que sus compañeros.
