ANATOMÍA

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Una semanas había pasado desde que Juliana y Valentina se habían conocido. Cuatro veces sin contar la primera vez se habían visto, ambas llevaban la cuenta inconscientemente.

Juliana no había vuelto a llegar tarde, casi no dormía con tal de poder despertarse con el suficiente tiempo para acicalarse y llegar mucho antes que la misma Valentina al hospital, pues cada vez que Valentina entraba al salón ya Juliana y Río estaban sentados en sus puestos como todos unos niños aplicados y estudiosos.

No había pasado ni una noche en la que Juliana no apareciera en los sueños de Valentina ya fuera dormida o despierta. Le daba gracia cada vez que llegaba y se encontraba a la ojimiel en el salón y a un Río casi dormido. Había cumplido la promesa de no volver a llegar tarde y lo agradecía, el día que lo había hecho sintió un vacío enorme en su pecho al creer que no la volvería a ver y que sus clases y el bienestar de la humanidad le importaba una mierda, pero no, Juliana había demostrado tener palabra.

Cada día al final de sus clases cuando recogía sus cosas del escritorio se encontraba una margarita amarilla en la gaveta de este. Estaba casi segura de quien era la persona que se las dejaba, por esa razón era que sabía cuantas veces había visto a Juliana, pues hasta ahora tenía guardada en su mesita de noche cuatro hermosas margaritas amarillas y naturales. Otro gusto culposo, conservar las flores que su otro gusto culposo le regalaba a escondidas.

Sabía que estaba mal, era consiente de eso, pero no sabía como pararlo, ni siquiera estaba segura de querer detenerlo, el sentimiento que la estaba embargando, cada día se hacía más fuerte e iba tomando la forma de un monstruo gigante e invencible con el que ella no tendría las fuerzas de luchar ni aunque quisiera, ese sentimiento la estaba consumiendo y se estaba apoderando de ella sin poder evitarlo.

Estaba rompiendo todas las reglas de su madre y las suyas propias, pues desde hacía un tiempo había decidido que el amor no tenía cabida en su vida, su único amor era el amor a su profesión, pero Juliana había llegado a su vida y ya no estaba tan segura de eso. Mientras estaba fuera no pensaba en retener tanto sus emociones, pero luego llegaba a su casa, se encontraba con su madre y todo volvía a la normalidad, o a lo que para ella debía ser la normalidad.

Ella muy a su pesar, de vez en cuando se permitía observar y analizar a Juliana cuando esta no se daba cuenta, o eso creía ella. La ojimiel a parte de parecerle la mujer más hermosa que había conocido, también le parecía muy inteligente y segura de sí misma, con sus aires de arrogancia y suficiencia, pero sin llegar a ser totalmente molesto pues también había notado su gran humildad, lo dedujo por el trato que tenía con las personas a su alrededor y por el trato que las personas le daban a ella. Había descubierto el gran espíritu competitivo que tenía ya que siempre buscaba sobresalir y sobre todo ganar. Notó lo apasionada que era por la manera en la que la miraba cuando ella o cualquier otro instructor explicaba algo, y por las preguntas tan complejas que les hacía cuando tenía una duda. Eso le encantaba porque en ese sentido no eran muy distintas ya que a ella también le gustaba y le apasionaba llegar al fondo de todo porque todo tenía un porqué, una explicación. Juliana aprendía rápido y a ella no había cosa más atrayente e interesante que una persona inteligente.

No solo se había fijado en sus características humanas, también en las físicas y en esas intentaba no pensar mucho pues el calor que había sentido en su habitación el día que la había conocido seguía apareciendo con mucha más frecuencia. Sus piernas perfectamente tonificadas, sus glúteos bien formados y dotados a los que llegó a comparar inconscientemente con un durazno. Brazos firmes y marcados, sus labios, sus ojos, el hechizo de su mirada amielada y su cabello rebelde sin duda era algo que no había podido pasar por alto, ni ella ni cierta parte de su anatomía a la cual había mantenido a raya, al menos lo había conseguido hasta ese momento.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora