BIENVENIDA 3.0

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Killian-pero porqué?—le preguntaba entre lágrimas. Después que Valentina se había dado un baño y recogido lo necesario había bajado a la habitación del chico a despedirse y este estaba totalmente desolado con la noticia
Valentina-te prometo que vendré cada semana a verte—el chico seguía llorando como si se le estuviera yendo la vida en ese momento. Valentina buscaba a su nana Maria con la mirada, como preguntándole qué hacer, pero esta no le decía nada. La señora solo estaba observando como el corazón de su sobrino estaba siendo destrozado por la persona que junto a Varios más amaba. María daría lo que tenía y lo que no para que su niño no sufriera, pero sería egoísta. Valentina merecía ser feliz, merecía macharse, experimentar una vida lejos del perímetro, lejos de la tóxica y enferma de su madre.

Killian-me juraste que me querías como a un hermano, lo juraste Valen, lo hiciste—le reclamaba envuelto mientras las lágrimas descendían sin ningún control sobre sus mejillas. Valentina unió su frente a la de él y asintió
Valentina-y te sigo viendo y queriendo de la misma manera Killian, solo que ya no puedo seguir viviendo en esta casa, no me siento bien aquí, no podré ser libre mientras siga bajo este techo
Killian-entonces llévame contigo Valen, te prometo que ni notarás que existo, me voy a portar bien—buscó la mirada de su tía y continuó hablando entre sollozos—dile tía, dile que yo me porto bien, que no seré un problema—la nana Maria y Valentina sollozaron a la misma vez. Esa despedida le estaba rompiendo el corazón a las dos por igual.

María se sentó en el lado que quedaba libre en la cama dejándolo a él en medio de las dos. Killian se agarró con fuerza de la cintura de Valentina, como si al hacer eso pudiera impedir que ella se marchara
María-Killian, Killian mi amor, tienes que entender a Valen—el chico negó enérgicamente y se aferró mucho más a la cintura de Valentina que se había quedado sin habla. Jamás había imaginado que alejarse de Killian le iba a costar tanto
Killian-Valen... por favor—el niño alzó su vista incitando a la ojiazul a que también lo hiciera y esta se derrumbó del todo en cuanto advirtió el dolor que los ojos del chico mostraban en ese momento. Llevó sus labios a la frente de él, lo besó y lo abrazó con fuerza, correspondiendo y compartiendo el mismo dolor
Valentina-enano... no me hagas esto más difícil—ella también le dedicó una mirada desgarradora y suplicante. Ambos se secaron las lágrimas mutuamente y como si de un pacto se tratara, comenzaron a comunicarse con sus ojos y con ellos se dijeron muchas cosas, pero sobre todo se pusieron de acuerdo.

Killian-prométeme que vendrás a verme no una, sino dos veces por semana—dijo resignado pero con las esperanzas de que ella aceptara esa pequeña condición
Valentina-lo prometo enano, y no solo eso—lo volvió a abrazar y mirando a su nana continuó—también prometo llevarte conmigo a la región en cuanto tenga la primera oportunidad—Killian sollozó y se aferró a ella. Luego de un rato Valentina hizo que Killian saliera de su escondite y la mirara—ahora prométeme tu que te vas a comportar bien y que no espiarás a nadie de esta casa—el chico asintió—que no te referirás a Valeria y a Victoria con ningún nombrete raro ni las mirarás feo cuando te las encuentres por los pasillos—Killian agachó la cabeza y Valentina con sus manos lo instó a que la volviera a levantar—Killian...—dijo con un tono de regaño. Ella debía asegurarse de que su hermanito no se metiera en problemas, sabia perfectamente que a al chico le encantaba llamarlas con nombres de monstruos o bichos raros, sabía que no le caían bien, pero él debía comportarse porque ella no estaría para protegerlo.

Killian-esta bien, lo prometo—liberó uno de sus brazos del agarre que tenía sobre Valentina y le mostró el dedo meñique de su mano. Valentina entendió así que hizo lo mismo—pacto—dijo y auto seguido Valentina lo imitó. Se volvieron a abrazar pero esta vez más relajados y complacidos porque a pesar de la distancia que pondrían entre ellos, acababan de hacer un pacto, un pacto que no romperían por nada ni por nadie. Ambos tenían palabra, ambos estaban hechos de la misma esencia y eso ni Valeria ni diez mil Victorias lo podrían evitar.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora