FIFTH HARMONY

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  El viernes había llegado y las chicas habían planeado encontrarse con Hernando en el club "Extasis". Valentina se había negado, no era que no le agradara ese lugar donde tan bien la había pasado la única vez que había ido, pero ella prefería que su intimidad y la de Juliana solo la disfrutaran ellas sin la presencia de nadie más.

  Aunque a Juliana le encantaba ese mundo, no podía decir que lo extrañara ya que Valentina la satisfacía en todos los sentidos y no había sentido la necesidad volver a tener esos encuentros multitudinarios a los que estaba acostumbrada.

  Le hizo saber a la ojiazul que podían ir, que estuviera tranquila porque no tenía ojos para nadie más que para ella y, que no necesariamente tenían que entrar a la sala "X". Valentina le creyó, no tenía porque dudar de su mujer así que accedió ya que era el único lugar decente donde se podrían divertir sin tener problemas, pues a la entrada hacían test del virus y tomaban todas las medidas necesarias para que las cosas no se saliera de control. A pesar de lo liberal que era ese lugar, la seguridad de los visitantes estaba por encima de todo.

  La ojiazul accedió también porque era consiente de que Hernando no las visitaría una noche de viernes y bebidas en el bar donde vivía porque no quería encontrarse con Miguel. El psicólogo no quería arriesgarse a emborracharse y hacer el ridículo frente a ese hombre que lo había rechazado de todas las maneras posibles.

  Así que ahí estaban, compartiendo como los buenos amigos que eran, pues Río también se habían convertido en los mejores amigos tanto del médico como de la científica instructora y ellos adoraban a ese noble e inocente chico que se dejaba las babas por la sobrina del psicólogo y, ni que decir de Juliana y su relación con él, pues además de sentirse en deuda eterna con ella por haberle salvado la vida aquella vez, Hernando le tenía mucho cariño porque se lo había ganado y porque cada que le veía la cara de felicidad a su amiga Valentina, confirmaba una y otra vez que Juliana era el mejor ser humano que había conocido hasta ese momento, muy distinta a la imagen que tenía de su padre al que no soportaba a pesar de morir de amor por él.

  Un amable camarero les dejó sobre la mesa la segunda ronda de cervezas de esa agradable noche que sería amenizada por una agrupación de hermosas chicas que estaban comenzado a hacerse populares dentro de la región desde que las aventurares habían decidido hacer una arriesgada gira por el mundo hasta llegar a esa región del Sur Oeste Americano.

Hernando-no te cohibas porque esté yo aquí Río—sonrió alentándolo con una palmada en el hombro. Sabía que el chico estaba enamorado de su sobrina y que ningún daño le haría. Conocía perfectamente a Tokio como para saber que de los dos, ella era la única que sería capaz de joderlo todo, pero también había notado un cambio en la chica, uno maravilloso que los había unido mucho más como familia, pues Tokio ya no se estaba reuniendo con los desalmados de antes. Desde que estaba estudiando en el hospital se había ido alejando poco a poco. Su carácter estaba siendo más dócil y pasaban mucho tiempo juntos, de hecho la estaban esperando pues ella y Río se habían convertido en uña y mugre los últimos dos meses.

Rio-es... es... es—Juliana le pegó un cogotazo por tonto y Valentina le pegó a ella por animal e insensible. Hernando carcajeó con la escena pues la encantadora de animales se hacía la dura frente a todos, pero bastaba con que Valentina la mirara para que todo ese poderío se fuera a la mierda. Juliana estaba siendo domesticada por Valentina. Fin
Valentina-deja que el niño se tome su tiempo cariño—le besó el lugar que golpeó y luego le sonrió con ternura, como si no le hubiera hecho nada. Juliana bufó pues Valentina en muchas ocasiones trataba a Río como si fuera un niño y no lo era.

Juliana-este de niño no tiene nada—con rapidez llevó su mano a la entrepierna de Río y le apretó el paquete haciendo que el chico diera un brinco alejándose de la mesa—eso que tiene entre las patas no es normal—se dirigió a Hernando y continuó con su burla—podrías hacerle un hueco en tu consulta? es que es muy grande—Hernando y Juliana carcajearon, pero se pusieron serios en cuanto advirtieron que a Río y a Valentina eso no les había hecho ni una sola gota de gracia. Juliana carraspeó y se acomodó—está bien, ya, me calmo, puedes volver a tu sitio Río—ella se acercó una vez más a Hernando pero esta vez le habló al oído—de verdad no te preocupa que Río ensarte a tu sobrina con e... "¡JULIANA!". Gritaron Rio y Valentina a la vez y ella alzó sus brazos en son de paz.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora