VALERIA? O VICTORIA?

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Yo no soy Nadie! ¿Quién eres tú?
¿Acaso tampoco eres nadie tú?
Ya somos dos - ¡Pero no lo digas!
Ya sabes, luego se percatarían.

¡Qué terrible ser Alguien!
¡Qué público decir tu nombre
Cual Rana ‑ todo el santo día –
Para que un Tronco se asombre!

       
Emily Dickinson
                                                                                        


Más de treinta años atrás:

Miguel-¡Por aquí! ¡Por aquí Isabelita! ¡Sígueme!—le gritó desde su escondite a su hermana de crianza Isabel de los Raymond, la cual era sobrina de la Nana María, la única referencia materna que tenía y la única familia que le quedaba pues tanto su padre como sus hermanos ya se encontraban muertos para ese entonces—agáchate, agáchate más... eso, desde aquí se puede ver todo—decía a susurros pues lo que estaban haciendo no estaba bien y la idea era pasar desapercibidos.

Isabel-es esa?—habló igual de bajo y Miguel le sonrió con complicidad. Eran muy unidos, se habían criado juntos, se querían mucho, su relación era meramente de hermanos, nada raro, no se podían ver con otros ojos a pesar de que eran muy guapos. Isabel era una pelinegra de ojos verdes aceitunas con la piel muy blanca y los labios endemoniadamente rojos. Ella tenía dieciséis años y Miguel dieciocho.

Miguel-debe ser no?—se alzó de hombros y volvieron a dirigir sus miradas hacia la chica castaña que se encontraba sentada justo al lado del joven Victor de los Huang, futuro líder de la región en ese momento, pero que muy pronto debía hacerse cargo del liderato pues su abuela Valentina de los Huang y actual líder de la región, se encontraba convaleciente, lo cual provocaba que debido a eso el chico de diecinueve años tendría que contraer matrimonio lo antes posible para que así el consejo no intentara poner en duda la continuidad del legado Huang.

Isabel-si te estoy preguntando es porque no lo sé tontito—le dio un cariñoso cogotazo y ambos carcajearon en silencio—la otra chica es idéntica, así que no puedo saberlo con certeza—se refería a las gemelas Victoria y Valeria de los Milles de la región del Suroeste Americano, hijas de uno de los hombres más ricos y poderosos de la región, herederas de una gran fortuna. Ellos se habían enterado, o más bien habían investigado por sus propios medios investigativos la hora y el día de esa pedida de mano, pues días atrás el mismo Victor les había dado la noticia.

  Los tres eran muy buenos amigos a pesar de la gran diferencia de clase social que los separaba, de la edad, pero sobre todo, eran inseparables y se llevaban muy bien porque los tres habían sido criados por la misma mujer, los tres habían pasado por lo mismo pues Victor también había perdido a sus madres a muy temprana edad ya que ellas fueron víctimas de un vil atentado en contra del perímetro por rebeldes inadaptados que no aceptaban el liderato como una egomanía eterna.

  Valentina Huang, la madre de una de las madres de Victor estaba a punto de entregar su liderato cuando la tragedia pasó, estaba cansada, se había pasado media vida intentando procrear más hijos, siempre había querido darle otro hermano o hermana a Valentina, pero solo pudo tenerla a ella, y tuvo que criarla sola, tuvo que ocuparse de muchas cosas ella sola pues su esposa murió muy pronto, así que cuando Victor se quedó solo, ella delegó toda la responsabilidad de sus cuidados a su buena amiga María para ella poder encargarse de las gestiones pertinentes de un líder y rezar para durar muchos años hasta que Victor tuviera la edad suficiente para hacerse cargo.

  No fue fácil, siempre estuvo en la mira ya que solo quedaba un heredero, pero lo hizo bien, Victor la quería mucho, ella era muy justa y a pesar de no haber podido estar tan presente en su vida, trató siempre de inculcarle los mejores valores que había recibido de sus antepasados.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora