Valentina no había nunca imaginado un despertar mejor. Atrás había quedado esa preferencia que tenía del primer día aquel que había despertado en los brazos de Juliana cuando la agarró la lluvia negra fuera del perímetro. Esa mañana estaba superando aquella por mucho.
La lengua de Juliana se deslizaba con destreza a través de sus pliegues con facilidad gracias a la humedad que de su centro emanaba. Su manos se aferraron a las sábanas con fuerza, sus ojos se pusieron en blanco y su vagina se contrajo al sentir la creciente ola que anunciaba el tremendo orgasmo que su novia con su lengua le estaba regalando aquella mañana de lunes.
Se habían pasado tres días amando sus cuerpos, conociéndose y aprendiendo de ambas, desbloqueando cada zona erógena de sus cuerpos por muy insignificante que pareciera. No habían salido de esa habitación a nada, a duras penas iban al baño y cabe recalcar que era solo por necesidad y para asear sus cuerpos, cuerpos que se volvían a entregar una y otra vez ya fuera en la cama, en el suelo, el balcón, sobre cualquier superficie o en ese mismo baño. Los pocos alimentos que habían ingerido había sido de una manera un tanto peculiar, pues la mayor parte del tiempo los consumían sobre sus cuerpos, y su único cubierto eran sus manos, lenguas, dientes y labios.
Juliana, que era especialista en llevar las cuentas, había perdido por completo la cantidad de veces que había hecho a Valentina suya y viceversa. Podría decir sin temor a equivocarse que la ojiazul estaba cerca de convertirse en la persona con la que más había cogido en toda su vida, solo superada por Elena con la cual mantuvo una relación de más de dos años. También estaba segura que el trono no le duraría mucho a su ex si seguía cogiendo con Valentina de esa manera.
Valentina las había desplazado a todas y todos. Valentina tenía el número uno, el número infinito en todo. Valentina cada vez estaba más suelta, más natural, más humana con respecto a lo sexual y a casi todo lo demás. Disfrutaba del sexo y era tan fanática de dar y recibir placer como la ojimiel. Eran la una para la otra en ese sentido.
Juliana cuando bebió todo lo que el sexo de Valentina tenía para darle, gateó hasta llegar a la boca de Valentina y así poder besarla y que esta se probara así misma.
Juliana-sabes delicioso—la volvió a besar con intensidad, quería dejar bien impregnando en ella su propio sabor—te gusta?—Valentina no supo que responder. A ella le gustaba la sensación, de cierta manera el sabor no le era indiferente, pero no podía ser objetiva porque de cierta forma era su propio sabor y hasta ese momento ella no había podido probar el de Juliana
Valentina-a mi me gusta todo lo que venga de tus labios—fue sincera. Juliana sonrió y la volvió a besar de la misma manera. La dejó sin aliento y con ganas de más
Juliana-la cosa es que este maravilloso sabor no viene de mis labios mi cielo, sino de los tuyos—llevó una de sus manos a su centro y continuó—de estos hermosos y deliciosos labios que tienes aquí—Valentina se sonrojó y Juliana amó eso porque era los últimos retazos de inocencia que aún resguardaba su novia. Sacó su mano de donde la tenía y se lamió los dedos descaradamente para así volver a impregnarse de su sabor. Valentina salivó, le encantaba que Juliana hiciera eso.Valentina-descríbeme ese sabor—Juliana bajó de nuevo hasta su centro y la lamió una vez más. Aunque ya había bebido de su rogamos, el centro de Valentina seguía empapado, y en cuanto sintió la lengua de Juliana jugar entre sus pliegues y su entrada pues se mojó mucho más. La ojimiel volvió a subir y la volvió a besar. Se tomó su tiempo, fue un beso lento, lleno de lujuria, de deseo y de amor también. No podía ignorar ese sentimiento por muy deseosa que de ella se sintiera
Juliana-sabes a deseo—se relamió los labios para degustarlo mucho mejor—eres dulce, sabes muy dulce mi cielo, pero también salada, un contraste perfecto—la volvió a besar, esta vez más rápido—tu sabor es como si me estuviera tomando una piña colada en la orilla del mar mientras las olas se estrellan contra todo mi cuerpo, mezclando el salitre con el dulzor y el ácido de la piña colada—a Valentina se le hizo la boca agua al escuchar la manera tan detallada con la que Juliana le describía el sabor de su vagina. Se sonrojó un poco más, pero aún así tomó aire para hablar.
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HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)
FanficDa igual de que manera estuvieran destinadas a ser en esta vida, lo estarían al fin y al cabo y ellas... Ellas morirían felices porque estaban seguras que en esa otra vida irían a buscarse y, en esa si, en esa si que se harían felices y cumplirían t...