REVELACIÓN

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La región se encontraba en total silencio. Desde el perímetro habían dado la orden de que el luto duraría siete días. Por esa razón todos los negocios de ocio habían cerrado sus puertas al público. No era la primera vez que el cónyuge de algún líder fallecía, pero hacía mucho que no pasaba.

Por mucho que Miguel intentó convencer a Juliana de que no fuera al funeral no lo consiguió. Habían pasado dos días desde que se había dado la noticia. Mientras escuchaba el monólogo del cura, ese donde solo se dice lo bueno y amado que fue el fallecido, Juliana solo podía pensar en una cosa, y era en el momento en que escuchó la noticia.

Recordaba como se había dejado caer sobre los brazos de Miguel, y de como se había roto frente a Hernando en cuanto se aseguraba de que a su angel no le había pasado nada sino a su esposo.

Habían pasado dos días desde que supuestamente tenía pensado abandonar la región. Sabía que las cosas entre Río y Tokio no habían salido bien. Los conocía a ambos lo suficiente como para sacar sus propias conclusiones.

En esos dos días ninguno de sus seres queridos se había atrevido a preguntarle el porqué no se había marchado y ella lo agradecía porque ni ella misma sabía porque no lo había hecho. Ni siquiera había querido indagar en su mente sobre eso. Temía llegar a la conclusión de su estadía en la región. Pero ahí estaba, observando cada gesto o reacción de esa castaña que le seguía pareciendo no conocerla de ningún lado a pesar de seguir sintiendo ese calor en su pecho cada vez que la pensaba.

La castaña ni siquiera se había movido del lugar. Gracias a unos lentes oscuros que llevaba, Juliana no podía verle los ojos, pero parecía tranquila, en paz, como si la muerte de su esposo la hubiera aliviado de alguna manera. Ni siquiera había hecho un discurso como si lo había hecho el cura y Victoria.

Hubo un momento en el que la castaña se había quedado sola frente a la tumba de su difunto esposo y Juliana quiso acercarse, pero entonces sintió una mano que la jalaba hacia algún sitio.

Floreck-este no es un buen momento—la ojimiel abrió bien grande los ojos y se impresionó al sentir una ganas indomables de lanzarse a los brazos de esa mujer que creía haber conocido desde mucho tiempo antes—a mi también me alegra verte Juliana Brown—sonrió con tristeza. Ella tampoco la había pasado bien. La situación con su futura líder no estaba siendo muy agradable, pues muchos de los que antes le eran fieles habían decidido bajarse del barco. Ella había liderado una especie de oposición secreta con el único objetivo de buscar la mejor solución para todos los que aún creían tanto en ella como en la idea, pero desde hacía mucho tiempo sospechaba que mientras esa Valentina fuera la imagen de la región, no llegarían muy lejos. Había estado tratando de localizar a Juliana durante todo ese tiempo así que ahora que la había acabado de encontrar no perdería la oportunidad, pues sabía que si alguien podía ayudar era la ojimiel.

Juliana-hola abogada
Floreck-por favor llámame Alicia—la ojimiel asintió—tenemos que hablar Juliana, tú serías de gran ayuda y...—interrumpida
Juliana-lo siento Alicia, pero no sé cómo yo podría ayudarte—la abogada sonrió
Floreck-por eso estoy aquí—Juliana frunció el ceño. Alicia iba a hablar nuevamente cuando Miguel llegó
Miguel-vamos July, se nos hace tarde y parece que va a llover
Juliana-me gustó verte, y siento no poder ser de ayuda, adiós Alicia—antes de que se diera la vuelta Alicia la agarró del brazo y la miró intensamente.

Floreck-espera Juliana, sé que...—Miguel rompió el agarre que tenía esta sobre el brazo de su hija
Miguel-ya la escuchó, ella no tiene nada que hacer aquí—Alicia negó. Miguel y Juliana comenzaron a caminar, pero antes de que se alejaran la abogada habló en voz alta con toda la intensión de que la ojimiel la escuchara
Floreck-no todo es lo que parece Juliana—la chica se dio la vuelta e intentó caminar hacia ella pero Miguel se lo impidió. Cuando Alicia se encontró con los ojos de ella dijo algo más—la Valentina que conozco, la que conocimos, se sentiría muy mal si se entera que el amor de su vida no es capaz de reconocerla.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora