DONDE MÁS LE DUELE

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"Porque al fin y al cabo todo final, también es un principio"

  Fue abriendo los ojos de a poco, sintiéndose incómoda debido a la claridad del día que se colocaba por las puertas del balcón que estaba al costado de su cama. Remoloneó un poco sobre el colchón desperezándose pero sin poder todavía abrir los ojos del todo. Se dio cuenta que las puertas del balcón estaban abiertas porque la brisa salina del mar que le acarició el rostro y le despeinó aún más su sedoso y largo cabello.

Cuando finalmente logró abrir los ojos del todo, confirmó que sí, que las puertas estaban abiertas ya que el balanceo de las cortinas blancas eran incesantes, entonces también confirmó que el día de que tenía planeado se había ido a la mierda ya que no era buena idea darse un baño de mar en esas condiciones, pues su sentido auditivo le corroboraba que el mar más picado no podía estar. Las olas no debían pasar de más de cuatro metros y ellas quizá sí las podrían tolerar, pero sus hijos pequeños no, así que definitivamente ese día no nadarían. Era la ventaja de ser una auténtica isleña, que tan solo con oler, escuchar y ver el mar, podría saber si el día sería un buen día de playa o no.

Suspiró decepcionada al advertir que el lado de la cama que había ocupado su esposa por más de quince años se encontraba frío y vacío. Aunque eso no le impidió agarrar la almohada de esta para aspirar ese olor único e inigualable. Sonrió al percibir cierto olor a sexo que no solo de la almohada emanaba, sino de toda la cama en general, ya que entre las sábanas había quedado impregnada la fragancia de ambas debido a la noche de placer que había disfrutado aprovechando que su hija mayor se había ofrecido a cuidar de sus hermanos mientras ellas tenían una de esas escapadas románticas y calientes que de vez en cuando se permitían.

Juliana sabía en donde se encontraba su mujer, la sentía, siempre sabía donde estaba así que aunque un poco adolorida a consecuencia de la noche anterior, la mulata se sentó en la cama y, ahí estaba ella, ahí estaba su esposa, el amor de su vida, su princesa encantada, su brillante escritora sentada frente al ordenador tecleando como una demente.

Estaba desnuda al igual que ella. Se veía hermosa siendo bañada por los rayos del sol que se habían colado en la habitación que compartían hacían unos dieciséis años para ser exactos. No le sorprendió verla escribiendo a esa hora de la mañana. La mulata sabía que una de las cosas que estimulaba a la escritora era el sexo, sobre todo un sexo como el que habían compartido tan solo unas horas atrás. No es que no lo tuvieran a menudo, de hecho lo hacían con bastante regularidad para el tiempo que llevaban de matrimonio. La pasión no se había perdido, seguía ahí a pesar de los años, pero si eran sinceras con ellas mismas, debían aceptar que ya no eran unas jovencitas, que no tenían el mismo poderío físico, y que tener relaciones sexuales toda la noche no era algo que podían hacer cada día.

La noche anterior había sido memorable, la noche de anoche habían vuelto a ser esas locas pervertidas que se daban maratones de placer y, la mulata estaba cien por ciento segura que si su mujer se encontraba tecleando de esa manera, era porque la noche de placer la había inspirado.

Juliana se llevó su dedo índice a su boca y lo mordió con picardía. A ella le excitaba ver a su escritora escribir desnuda y tan concentrada. Se preguntaba que estaba escribiendo pues llevaba más de dos años inactiva. No por falta de ideas ya que a la turista lo que le sobraba era imaginación, pero le había revelado a su mujer que quería parar un tiempo porque necesitaba un respiro y, que lo próximo que escribiera debía ser diferente a todo lo que antes había hecho. Juliana no sabía que sería eso tan diferente ya que la turista había escrito de todo, pero como no dominaba mucho el tema simplemente le brindó su apoyo como siempre y ya.

La mulata fue incapaz de perturbarla, lo que sea que estuviera escribiendo debía ser bueno así que decidió disfrutar de la imagen que tenía frente a sus ojos. Pasarían el día metidas en esa habitación de cualquier manera debido al mal tiempo.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora