"La miel más dulce es repugnante en su propia dulzura, y en el sabor, confunde el apetito, por lo tanto ama con moderación".
Willian ShakespeareCuando finalmente Valentina se pudo deshacer del mar de personas a su alrededor, corrió desesperadamente hacia la salida del salón. Varias personas la comenzaron a seguir, entre ellos un oficial que le seguía los pasos muy de cerca. Floreck al advertir las intenciones del hombre, disimuladamente echó un pie hacia adelante para que este cayera y lo consiguió. Su deber era proteger los intereses de su líder, solo a ella se debía.
Pero no tenía ni idea. En cuanto Valentina logró salir de la mansión se encontró con varios guardias frente a ella. Se puso en posición de combate, lista para atacarlos si era necesario. Nada podía detenerla, nada más se interpondría entre Juliana y ella. Se lo había prometido, no le fallaría más, como tampoco elegiría a nadie más por encima de su gran amor. En ese momento más que en ningún otro se sentía segura de sus sentimientos. Debía ir tras Juliana, pudo advertir la tristeza en ella, pudo ver como sus dulces ojos se tornaban de un amargor tan intenso que lo pudo sentir en su paladar. Su niña no merecía esa vergüenza, debía llegar a ella lo más rápido posible y dejarle claro que su promesa seguía en pie.
Valentina-¡Apártense de mi camino o aténganse a las consecuencias!—exclamó. Estaba muy enojada—¡Soy futura líder por derecho de esta región y me deben respeto así que quítense!
Oficial-lo sentimos señorita Huang, pero no podemos dejarla marchar—con su vista le indicó a sus hombres que la agarraron pero ella se defendió, les mostró a eso hombres lo bien que dominaba el arte de pelear y, en menos de cinco minutos ya los había sometido a todos. Se ensañó con ellos, les dio con todo, estaba furiosa y con cada segundo que pasaba lejos de Juliana su ira crecía más. Corrió hasta el gran portón de la mansión pero aparecieron como diez guardias más. Los hombres se le fueron encima pero una voz los detuvo de seguir adelante.Victoria-¡Basta!—exclamó furiosa. Ella había visto todo el espectáculo y por un momento sintió algo parecido al orgullo pues jamás había visto a Valentina peleando así y, debía aceptar que era buena, tan buena como ella. Quitó esos sucios pensamientos de su cabeza y decidió intervenir, así no lograría nada, estaba segura que Valentina sería capaz de derrotar a cada guardia que se le pusiera por delante. En ese momento no sería la fuerza la vencedora. Ella utilizaría la cabeza. Aún tenía tiempo para resolver ese enredo. Tampoco quería que los Zuritas presenciaran el espectáculo—Valentina...—su hija se volteó para mirarla, lo hizo con odio. La odiaba, lo sentía por su padre y todas esas enseñanzas de que la madre lo era todo. Definitivamente ella no podía sentir nada más por Victoria que no fuera odio—ven a mi despacho—la ojiazul caminó rápidamente hacia ella con toda la intensión de negarse, pero su madre fue más rápida y volvió a tomar la palabra—ven a mi despacho ahora, escucha lo que tengo que decir, y si después de eso sigues eligiendo a la mujer esa, pues te dejaré marchar, lo haré con la condición de que renuncies a tu liderato y se lo cedas a Valeria, pero necesitamos hablar.
Valentina puso sus brazos en jarra y suspiró elevando su vista al cielo, estaba cansada de pelear, y no solo de pelear con esos oficiales, sino cansada de todo lo que la tuviera encadenada a ese maldito peso que era llevar la sangre de la hija mayor de los líderes de esa región. Luego de unos segundos volvió a bajar su mirada para encontrarse con la de su madre.
Sabía que se estaba equivocando, sabía que probablemente se arrepentiría, pero debía hacerlo, debía agotar todas las posibilidades, ya después correría lo más rápido posible para poder demostrarle a Juliana que no se casaría con nadie más que no fuese ella simplemente porque ya estaban casadas aunque ese papel en esa área no tuviera ninguna valides.
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HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)
FanfictionDa igual de que manera estuvieran destinadas a ser en esta vida, lo estarían al fin y al cabo y ellas... Ellas morirían felices porque estaban seguras que en esa otra vida irían a buscarse y, en esa si, en esa si que se harían felices y cumplirían t...