SÍ, ACEPTO 3.0

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La vida es tan incierta, que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta.

Alexandre Dumas

  Antes de que la noche cayera, Juliana y Valentina regresaron a la posada para quitarse el agua salada de encima. Obviamente se dieron cariño en la regadera, no se podían olvidar que estaban en el fin del mundo y el agua potable no abundaba, así que por qué no ahorrar agua verdad?.

  Desde hacía mucho tiempo Valentina había dejado de usar esa ropa aburrida y había adoptado su propio estilo, uno muy parecido al de Juliana, pero esa noche sin duda estaba muy diferente.

Como el viaje había sido una sorpresa por parte de Juliana, había sido esta la que había elegido los outfits que utilizarían esos días. No era la primera vez que Valentina vestía de blanco, de hecho lo hacía con mucha frecuencia pues la mayor parte de su vida se la había pasado de cenas en cenas y de eventos en eventos, así que vestir bien nunca había supuesto un problema para, aunque siendo sincera con ella misma, prefería la comodidad de los pantalones y no la incomodidad de las sayas o los vestidos.

  Esa noche debía echar a un lado sus preferencias a la hora de vestir, pues su mujer la había sorprendido con un hermoso vestido blanco de hilo ajustado hasta el inicio de sus nalgas, ya que a partir de ahí no era hilo lo que lo adornaba sino un fino encaje que le cubría muy poco y que con el mínimo viento se le levantaría, pero cuando Juliana lo eligió no pensó en que otros la podrían mirar sino en lo hermosa que se vería con ese sencillo y modesto vestido que ella con todo la ilusión y sacrifico le compró, y no solo para Valentina, sino para ella pues el que ella usaría era idéntico al de su mujer.

  En cuanto se vieron reflejadas la una en los ojos de la otra, experimentaron la misma sensación. Experimentaron miles de sensaciones en realidad, pero la que prevaleció en ese momento en que se comían con la mirada, era esa increíble sensación de llegar a la conclusión de que se estaban no solo comiendo a lo mejor de lo mejor de la región, sino que juntas eran únicas e inigualables, la pareja más sexy, la más perfecta y las que más se querían pues esos cuatro ojos no solo demostraban deseo, también el cariño y el inmenso amor que se tenían a pesar de que una de ellas aún no supiera qué nombre darle a eso tan grande que sentían.

  Se elogiaron la una a la otra, se comieron, se besaron con la mirada y se acariciaron también. Estaban rendidas ante los pies de la otra y es uno de los sentimientos más maravillosos de todos, ese de sentirte correspondida en todos los sentidos, incluso el sentimental.

Tomadas de la mano salieron de la habitación con destino a la orilla de la playa donde estaba montado el escenario donde la famosa agrupación conformada por las cinco chicas se presentarían.

Ellas eran invitadas especiales de dos de esas chicas así que tenían un puesto privilegiado en primera fila. La noche las cubrió con su manto de estrellas y ellas se entregaron por completo al inolvidable momento que estaban viviendo. Estaban siendo libres, felices, plenas y satisfechas en todo el sentido de la palabra.

Obviamente Valentina hizo bailar a Juliana una vez más, que con empeño y determinación, tomaba en serio cada paso y lección que su mujer le daba. No podía decir que era toda una bailarina profesional, pero al menos regresaría a su vecindario con la certeza de poder gritar a los cuatro vientos que pudo marcar cuatro pasos sin equivocarse.

No muy lejos de donde tenían montado el escenario, también habían montado una especie de altar al estilo de las vegas del viejo mundo donde todo aquel que quisiera contraer matrimonio era libre de hacerlo. Obviamente ese matrimonio sólo tendría validez en esa parte de la región, sería como algo simbólico, algo rápido, significativo y la prueba de que habían hecho ese viaje.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora