HABANA 3.0

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No mulata, aún no sabes cuán importante es "SAVE ME" para mi, por eso deseo y ha llegado el momento que lo leas. Lo que te puedo decir, es que antes de tu llegar solo lo tenía a él. "SAVE ME" me salvó mientras lo escribía. Por algún motivo que desconozco, tú te encuentras en una situación similar. Si ahora no me lo puedes contar a mi, al menos léelo, cuéntaselo a él, quizá te pueda ayudar como lo hizo conmigo en su momento, quizá nos salvemos juntas.

Valentina Carvajal (ERD)


Una nueva semana laboral daba inicio. Una nueva oportunidad para Valentina de poder disfrutar de la presencia de Juliana, oportunidad que se vio truncada en cuanto entró al salón y vio su puesto vacío. Al parecer el castigo que había recibido aún no había terminado.

  Ese día no llegó sola. Tokio, la sobria de Hernando la acompañaba. Valentina dejó todas sus pertenencias en su escritorio y cuando se dio la vuelta advirtió que Tokio había decidido sentarse sola en la última mesa. Ella suspiró, no le gustaba el rol de profesora impertinente. Primero porque no era una profesora, y segundo porque a ella bien poco le importaba las desiciones que esa chica tomara, no la conocía de nada, pero recordó las palabras de su amigo, su petición, esa que había sonado casi como una súplica.

  Hernando le había pedido que intentara de integrarla, que no permitiera que se distrajera y que no le quitara ojo. Entonces Valentina suspiró y dirigió su mirada a ella y con decisión le habló. Si quería integrarla, no perderla de vista y satisfacer la petición de su incondicional amigo, debía tenerla cerca para asegurarse de que prestaría atención a sus clases.

Valentina-Tokio, hay asientos de sobra más cerca de la pizarra, no tiene sentido estar tan alejada—todo el salón se volteó a verla y la idea de pasar desapercibida se fue al carajo. Valentina le había hablado en un tono no amigable, pero tampoco como si se lo estuviera imponiendo. La chica, que estaba distraída con su mirada perdida hacía una de las ventanas, automáticamente buscó a la ojiazul
Tokio-qué?, aparte de encargarte mi educación, también te pidieron ser mi niñera?—Valentina había entendido perfectamente. Todos los voluntarios dirigieron su mirada a ella, parecían estar en un partido de tenis, dirigiendo sus miradas a la que tomara la palabra.

  De lo poco que habían aprendido con los libros de Juliana, había aprendido a identificar ciertos comportamientos en los jóvenes. El de Tokio lo había identificado instantáneamente. Era la típica chica inadaptada que quería hacer quedar en ridículo a la profesora frente a sus compañeros. No debía permitirlo, si lo hacía perdería el respeto de todos para siempre. Caminó hacia ella y agarró su mochila de la mesa, luego se dirigió hacia el puesto vacío que había dejado Juliana. Este puesto era en la primera mesa, frente por frente a la pizarra, a ella, y justo al lado de Río
Valentina-aquí escucharas mejor, Río es el mejor de la clase, así que si te surge alguna duda él te podría ayudar—había obviado por completo su pregunta y seguía actuando y hablando con naturalidad. Tokio no se movió de su lugar, sino que se echó un poco hacia abajo en su asiento y cruzó los brazos.

Tokio-no lo creo necesario... a menos que sea una obligación—se echó hacia adelante, apoyando sus codos en la mesa y dejando caer su mentón sobre sus manos entrelazadas—es una obligación instructora?, solo así me levantaré de aquí, si está haciendo todo esto por quedar bien con mi tío no se preocupe, yo me encargaré de comunicarle lo bien que usted me trata, no perderá ni sus terapias ni su cogidas matutinas—en el salón se escuchó un murmullo incómodo para Valentina, como si toda la clase hubiera asumido y aceptado lo que Tokio acababa de revelar. La vergüenza que comenzó a sentir, unida a todos los problemas con su madre, con su cabeza, el llevar tantos días sin ver a Juliana, el tratar de reprimir algunos de esos sentimientos, más la mierda del mundo en general, la hicieron reaccionar como casi nunca hacía, en realidad ella no era capaz de recordar la última vez que había actuado movida por algún sentimiento.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora