DEJAVÚ 2.0

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La ojimiel se había encargado de recordarle a la ojiazul, por si acaso esta lo había olvidado, cada detalle por muy mínimo que pareciese, del cómo años atrás la había logrado enamorar. Primero comenzó con las flores, con las miradas, los halagos, los dibujos, las insinuaciones y por supuesto también las cartas.

  Juliana le dejaba una carta cada día a su ojiazul expresándole no solo sus sentimientos, sino lo arrepentida y avergonzada que se sentía por haber caído en la trampa de Victoria y Valeria.

  Valentina al principio se negaba a leerlas, le rehuía en cada clase, y no solo de su presencia, también huía de su mirada, esa dulce mirada que la quemaba desde la punta de los dedos de sus pies hasta el último cabello de su cabeza. Valentina se había pasado todo el mes que llevaba de instructora evadiendo a Juliana a toda costa, incluso daba gracias a la amistad que había creado con una instructora que tenía la misma fascinación que ella sobre las ciencias médicas, pues gracias a esa reciente amistad había logrado apartar de su mente a Juliana cada vez que se encontraban fuera en el hospital o de la región, donde se pasaban horas debatiendo acerca de nuevos proyectos experimentales y de desarrollo para la región y esta volviera al lugar que le pertenecía en el hábito de la medicina.

  Una noche Valentina no pudo más y comenzó a leer todas las cartas que Juliana le había enviado y que por miedo no había tenido el valor de leer. Sabía que si lo hacía podría ser capaz de mandar a la mierda todos los avances que había hecho. Sabía que retrocedería mil pasos en cuanto se sumergiera en las letras de Juliana .

  Y así fue, no le faltó nada para ir a buscarla y besarla, y amarla, y decirle que no tenía nada que perdonarle porque ella había sido otra víctima, porque sí, ya Valentina la había perdonado, pero antes de leer las cartas creía que de todas maneras no era una excusa suficiente para confundirla, que el amor de Juliana por ella no era suficiente. Pero en cuanto terminó de leer las cartas se dio cuenta que hasta ese momento solo sabía lo que había sufrido ella, no por todo lo que había pasado Juliana y la angustia que debió haber sido para ella creer que su amada no la amaba tanto.

  Valentina intentó ponerse en el lugar de Juliana mientras leía la parte en que se apareció en la iglesia el día de su supuesta boda. Juliana, como la mejor de las escritoras, le relató de manera perfecta a Valentina el sentimiento de dolor que significó para ella despertar de lo que pareció ser el ataque de ansiedad más hijo de puta de todos y enterarse que habían pasado más de dos días de la noche de boda, lo que quería decir que no había nada que hacer, que su pacto de no entregarse a nadie más había sido roto y, Juliana fue tan especifica en cuanto a eso que el sentimiento de vacío que experimentó Valentina la ahogaron, literal y no literalmente hablando pues estuvo a punto de ahogarse con sus propias lágrimas y un ataque de ansiedad más poderoso que el que Juliana le había relatado amenazó con quitarle la vida, así como en su día le había pasado a la ojimiel.

  Lo sintió todo tan real que no pudo encontrar ninguna diferencia a lo que ella había pasado todo ese tiempo en el que estuvieron separadas, a lo que había sentido Juliana. Las dos la habían pasado mal, las dos habían sufrido y llorado la ausencia de la otra. De maneras diferentes pero con la misma finalidad y la misma conclusión. Ellas se amaban, no había manera de que no fuera así pues solo una persona enamorada y adolorida era capaz de contar en cartas lo que sintió y hacerlo ver tan real.

  Incluso Juliana le contó sobre la sensación que la embargó en cuanto vio a Valeria por primera vez sin estar ebria, le explicó ese sentimiento de no sentir la vibra que siempre había sentido cuando estaba con ella, y también le contó de como la reconoció en cuanto esta la había besado, en cómo había tenido que fingir y agarrar toda su fuerza de voluntad para no matarla en ese mismo momento. Juliana le confesó que de no ser porque tenía la esperanza de que Valeria la pudiera llevar hacia ella, sin duda alguna la hubiera matado sin ningún remordimiento.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora