SOLO PARA MI 3.0

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  Si la imagen de Juliana domando a Amazona ya nos parecía sumamente sexual y difícil de superar, les aseguro que con la imagen que Juliana estaba disfrutando de Valentina en ese momento en el que se aferraba a su cintura con fuerza mientras se dejaba embriagar por su aroma, era definitivamente superior a todo., al menos para Juliana así era.

  Estaba más que sorprendida y excitada, Juliana estaba confundida. Pues estaba casi cien por ciento segura que esa moto pertenecía a aquella mujer que la había abordado de manera desagradable en aquel callejón hacía más de un año. No podría olvidar nunca ese día, ahí comenzó el inicio de lo que sería su condena, esa maldita condena de quedar encadenada a la región hasta que Río consiguiese el dinero suficiente para ingresar en la universidad.

  A día de hoy, más que condena, Juliana las pocas veces que le llegaba el recuerdo de ese día, más que sentirse mal, se sentía de puta madre porque gracias a que esa mujer apareció aquel día, ella y Valentina se habían conocido y, era una pena que con la memoria que poseía ya no fuera capaz de recordar ni siquiera la voz de esa mujer. Solo su nombre y gracias a que se le cayó el colgante que llevaba. "Valeria", ese era su nombre., recordó Juliana y la sensación que le llegó no fue agradable pues le supo mal que teniendo a Valentina tan cerca de ella y amándola como lo hacía, de alguna manera el recuero de la atracción que ambas desprendieron aquel día fue inevitable. Era como estar un dejavú del cual no podía salir.

  Dejó de intentar recordar de que le parecía tan parecido ese momento y se centró en su mundo, en ese que tenía delante de ella y al que se estaba aferrando con fuerza. Se centró en su cielo, en su amor más bonito y único. Sus pensamientos cursis se fueron al carajo en cuanto chocó con la realidad. Valentina se veía hermosa y sexy conduciendo esa increíble motocicleta. Lo hacía con maestría, con elegancia e incluso con suficiencia, pues la arrogancia con la que tomaba cada curva o el engreimiento que destilaba al llevar el acelerador hasta el fondo cuando subían alguna loma alta era digno de llamarlo autosuficiencia. Su osadía no tenía otro nombre que ese. También era una invitación al desafío y a esa conclusión también llegó Juliana pues aunque era cierto que no era la primera vez que se subía en una moto, estaba segura que a ella no se le ocurriría desafiar a la velocidad como lo estaba haciendo Valentina en ese momento.

  Estaba tan aferrada a su cintura que temió estarle haciendo daño a la ojiazul, pero esta parecía gustarle porque cada vez iba más rápido haciendo que Juliana la apretara más fuerte. O quizá Valentina no podía estar al tanto de nada más que no fuese cruzar esas viejas carreteras y caminos abandonados a toda velocidad como si se los conociera de memoria. Definitivamente Valentina era una cajita de sorpresas que Juliana estaba descubriendo poco a poco. Jamás se hubiera imaginado a su sería, inocente y correcta instructora de la forma en la que la estaba viendo y sintiendo en ese momento en que se sostenía de ella.

  Después de dos horas de viaje a toda velocidad, después de atravesar un montañoso camino durante treinta minutos, las Juliantinas podían decir que habían llegado finalmente a su destino.

En cuanto Juliana se quitó el casco y se vio frente a aquella casa, se quedó sin habla. En todos sus años de vida jamás había visto una tan hermosa e impresionante en la vida real, pues sí que las había visto, pero solo en imágenes de libros y revistas antiguas.

 En todos sus años de vida jamás había visto una tan hermosa e impresionante en la vida real, pues sí que las había visto, pero solo en imágenes de libros y revistas antiguas

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HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora