LA ELEGIRÍA SIEMPRE

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Hernando-¡Eres un animal!
Miguel-¡Ahora el animal soy yo! ¡Agreden a mi hija y el animal soy yo?!—exclamó furioso. Hernando y Tokio los habían acompañado hasta el bar y durante el camino nadie dijo una palabra porque así Juliana lo pidió, pero en cuanto Río la ayudó a darse un baño y Hernando le dio algunos calmantes para el dolor y ella se quedó dormida, la cuarta guerra mundial se estaba produciendo en el bar.

  Hernando le recriminaba a Miguel el hecho de haberse puesto como una furia con Valentina, que puede que no le cayera bien o no la quisiera para su hija, pero no era la manera, porque de lo que pasó Valentina no era culpable sino su madre y el poder de la herencia de la ojiazul, herencia que ella no quería y así se lo estaba haciendo saber el hombre pero Miguel no entendía, estaba cerrado y no creía que su comportamiento había sido malo, actuó como cualquier padre actuaría y lo seguiría haciendo por cualquiera de sus dos hijos fueran de sangre o no.

Hernando-ella no solo es la mujer de la que tu hija está enamorada, sino que es mi mejor amiga Miguel, no merecía que la trataras así—se cruzó de brazos y Miguel lanzó un vaso al suelo de la roña
Miguel-sabes qué?, será mejor que se vayan, gracias por ayudarme con Juliana, pero ahora ella está dormida así que no los necesita—Hernando se acercó a él enojado, más enojado
Hernando-no estoy aquí solo por ti—endureció mucho más su mirada y continuó—Juliana es mi amiga Miguel, que no se te olvide—buscó a Tokio con la mirada. Ella se estaba quedando dormida sobre una mesa. Rio le estaba haciendo compañía pero ella se agobió y lo mandó a la mierda—vamos Tokio, el último trasporte al perímetro está a punto de salir—Miguel intervino.

Miguel-yo los puedo llevar—Miguel negó y Tokio se preguntó cómo carajos él los podría llevar si no había visto ningún auto en ese lugar
Hernando-muchas gracias pero no, Tokio no sabe montar y lo mejor es que te deje solo, ya mañana con más calma seguimos debatiendo todo esto—Miguel resopló con molestia y le dio la espalda al psicólogo que al advertir eso tomó a Tokio de la mano y caminó junto a ella hacia la puerta. Antes de salir, Miguel habló
Miguel-lo mejor es que dejemos las cosas como están—Hernando se dio la vuelta y frunció el ceño como preguntándole a que se refería. Miguel también se dio la vuelta y suspiró con pesar—lo que quiero decir es que tú sigas tu vida como si lo de anoche no hubiera pasado.

Tokio-¡Que hijo de puta!—exclamó insultada desde la puerta y bufó. Miguel y Hernando ni se inmutaron. Rio que estaba escuchando escondido desde la escalera se sintió mal por Hernando, pero no entendía porque la molestia de la chica si ella había actuado de la misma manera con él. Y la verdad Tokio reaccionó así porque Juliana la había tratado así a ella en su momento. Una maldita cadena pues si Juliana hubiera estado escuchando, también habría recordado las tantas veces que Valentina había hecho lo mismo. Hacía tan solo unas horas lo había vuelto hacer.

Hernando esbozó una débil sonrisa irónica y se dio la vuelta para marcharse de ese lugar. No podía pensar con claridad, en ese momento se sentía dolido. Le había costado bastante trabajo lograr que Miguel le hiciera caso y cuando por fin lo logra, cuando por fin había obtenido la recompensa de su sacrifico y paciencia al obtener el beneficio del cuerpo de Miguel, después de que él mientras se lo cogía le repetía una y otra vez que esa no sería la última vez, el muy hijo de su madre reaccionaba de esa manera. No era justo, se sentía utilizado y lo menos que quería era rogarle, romperse frente a él porque no se lo merecía.

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Dos noches después, por fin Juliana daba señales de vida. Rio había intentado hablar con ella insistentemente, pero cada vez que tocaba a su puerta recibía la misma respuesta. Silencio, esa era su respuesta.

Rio la entendía pero aún así no ignoraría el hecho de que su hermana llevaba dos días sin comer, sin hablar, sin salir de su ático. Río estaba seguro de que tampoco se había levantado de su cama. En cambio Miguel no se había atrevido a molestarla, él más que nadie entendía ese sentimiento y por eso le estaba dando ese tiempo. Al siguiente día el chico tenía que volver al hospital y por mucho que Miguel le insistiera en que lo mejor era dejar de hacerlo, pues el chico sacó un valor desconocido para negarse. De alguna manera Valentina le había hecho llegar el planteamiento de las clases que tendría que dar, porque sí, la ojiazul seguía confiando en él para esa tan importante misión.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora