HASTA EL FIN DEL MUNDO

474 75 60
                                    



En cuanto su madre entró a ese bar que tantas veces ella había sigilosamente custodiado, del que se sabía todos los recovecos y hasta un plano de este había hecho en caso de que una noche no pudiera aguantar más y forzara todas las putas serraduras que la separaran de la dueña de todos sus suspiros y su corazón. En fin; en cuanto Victoria entró al lugar ella deseó en ese momento poseer el poder de ver a través de las paredes tan solo para cerciorarse que su diosa de ojos dorados estaba ahí. Bien poco le importaba lo que su madre hablara con Valentina, su mayor deseo era volver a ver a Juliana.

Desde que había despertado seis meses atrás, en lo único que podía pensar era en volverla a ver aunque fuera a la distancia, esa que las estuvo separando por más de siete meses, obligándose únicamente a admirarla de lejos mientras preparaba el terreno y el momento perfecto para presentarse frente a ella fingiendo un encuentro a la altura de las novelas románticas más rosas y clichés de todas.

Todo lo había planeado meticulosamente bien con la ayuda de Elena, a la que había hecho totalmente dependiente de ella, y de las drogas que se había encargado de suministrarle todo el tiempo que llevaban conociéndose. Sabía que por mucho que Elena le prometiera que no interferiría en su relación con Juliana, la chica estaba tan enamorada como ella de la ojimiel y no quería que representara ningún problema en el futuro, mucho menos que revelara sus planes y todo lo que había hecho para tenerla.

Por esa razón era que la había llevado a ese mundo de adiciones, no solo quería destruir su integridad, sino también su cuerpo y de paso mostrarle a Juliana en lo que su ex novia se había convertido. Quería que la aborreciera y que por su cabeza nunca se le pasara compararlas porque estaba segura que Juliana no aceptaría en su vida a una drogadicta sin dignidad capaz de venderle su alma al mismísimo diablo con tal de conseguir una dosis de ese maldito vicio que tanto daño causa a la humanidad.

Todo había marchado bien hasta ese puto día en el que acabó destruyendo los sueños de Río, haciendo añicos no solo el corazón del chico, sino el de su amor. Pudo ver en sus dorados ojos más brillantes que el mismísimo sol, como había disfrutado de su presencia, de como intentaba ver más allá de los ojos de ella como para intentar recordar de donde la conocía, porque estaba segura que Juliana pudo percibir que la atracción de ambas no había nacido ese día. Pero Valeria también vio como esos ojos color verano se convertía en la más devastadora de las tormentas en cuanto advirtió la decepción en los ojos de su hermano, en el momento en que ella sin poder contenerse quiso acercarse para felicitarla.

La mirada que Juliana le dedicó en ese momento en el que se sentía una estúpida por no poder entender de donde ella la conocía. Le había hecho mucho daño y abrió un abismo inmenso entre ella y sus intensiones para con su mayor deseo. Se recriminó mentalmente por haber subestimado a Juliana y al amor que esta sentía por su familia y deseó haber podido ser más convincente con su madre cuando le pidió que aceptara a ambos chicos porque hubiera sido perfecto.

A lo que no le dio tiempo a recriminarse fue a haber sido tan impulsiva al no contener las ganas de estar cerca de ella después de todo lo que había aguantado porque otra maldita tormenta se formaba sobre ellas y ella no contaba con la inmunidad que si contaba su hermana, por ende tuvo que alejarse una vez más de la chica de ojos dorados porque debía huir de ese lugar para no ser alcanzada por esa puta lluvia negra que desgraciadamente puso en pausa todos sus sueños y aspiraciones, dejando congeladas todas sus ilusiones, todas esas metas que se había interpuesto en el momento que decidió que Juliana sería solo para ella.

Por culpa de su maldita impulsividad ahora no la tenía y lo que era aún peor, su hermana se le había adelantado. Lo había hecho una vez más, pues lo había hecho al nacer y meses atrás cuando a causa de su accidente tuvo que recuperar el lugar que por tantos años se había empeñado en arrebatarle. Si Valentina no fuera Valentina juraría que solo se había acercado a Juliana para hacerle daño, pero no, su inocente y correcta hermana no sería capaz de hacer una cosa así. Valeria estaba segura de que Juliana sentía lo mismo, sentía que había una especial química entre ambas, por eso se obligó a pensar que si Juliana había caído en los brazos de su hermana, era solo porque le hacía recordar esa noche en el club.

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora