TOMA MI MANO

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  Pues si, Juliana tenía razón, aquel libro había captado toda la atención de la ojiazul. Tan solo una noche junto a él ya había despertado casi el mismo interés o sensaciones que la dueña de este. Era un libro con más de cien capítulos, eran las cinco de la mañana cuando había decidido parar de leer, exactamente en el capítulo llamado "El destino". Así que era obvio que había leído algunas escenas muy parecidas a lo que era tener sexo, pero como bien le había dicho la ojimiel, en esa historia el sexo era lo menos importante, era la manera en la que las protagonistas se amaban lo que en realidad la había mantenido despierta todo ese tiempo, incapaz de detener su lectura, con deseos de continuar, de seguir indagando aún más, de sumergirse en ese mundo y no salir nunca más, pero salió, debía hacerlo si quería descansar algunas horas antes de que su día laborar comenzara, y sobre todo para poder volver a ver a la artista, o a la autodidacta, ya no sabía, y es que esa inocente y humilde chica de eso no tenía nada, sabía hacer muchas cosas y todas las hacía bien, incluso el desesperarla y calmarla al mismo tiempo. Juliana era única aunque aún no lo quisiera aceptar.

  Había llegado a su casa pasada la media noche. Mientras conducía la motocicleta hasta el perímetro reflexionó sobre lo que acababa de hacer, del peligro y las consecuencias que aquello le podría traer, había caído en cuenta de que había vuelto a agarrar esa motocicleta sin medir las consecuencias, y eso, junto a la conversación que se había arriesgado a tener sentada en un columpio a cien metros de distancia de la ojimiel, era en realidad lo más loco que había hecho en su vida, su mayor acto de rebeldía y se podía decir que también era lo más romántico que había hecho antes por alguna persona. Era cierto que no era para tanto, pero viniendo de ella era demasiado.

  Con un sueño del demonio se levantó y se dio una ducha bien fría para espabilarse y poder enfrentar un nuevo día con toda la actitud. Había quedado tan prendada del libro que Juliana le había prestado, que ansiaba regresar a su habitación cuanto antes para poder seguir leyendo, pero la anticipación a un posible reencuentro con la ojimiel después de tantos días era aún más fuerte. Así que ahí se encontraba, frente a todos sus alumnos a punto de comenzar una clase en la que ella no estaba, pero con la esperanza o la corazonada de que ese día la vería. No sabía el porqué, pero la sentía, la sentía muy cerca.

  Casi una hora después de haber comenzado su clase, la persona por la que tanto había estado esperando llegó. Juliana se quedó tiesa bajo el marco de la puerta en cuanto la vio y, a Valentina le pasó lo mismo en cuantos sus ojos se conectaron, en cuanto estos se reclamaron sin importarles un comino lo que ellas pudieran desear, o lo que quisieran ocultar. Sus ojos eran el reflejo de sus almas y estas estaban vibrando tan alto que por más que ellas hubieran querido mantenerlas al margen les fue imposible.

  Juliana ni siquiera se esforzó, no tenía caso. Aunque no del todo, Juliana se había entregado a sus sentimientos, se había rendido ante ellos desde hacía mucho tiempo. Todos voltearon a ver a la recién llegada y fue donde Valentina aprovechó para tomar aire y recomponerse tras el efecto que la presencia de Juliana le había causado.

  Juliana sin dejar de mirarla caminó por instinto hacia su asiento, cayendo en cuenta en cuanto se iba a sentar que su puesto estaba siendo ocupado por alguien más. En contra de su voluntad agachó la cabeza para ver quien era la persona que ocupaba su lugar y se encontró con una cara conocida, bastante conocida de hecho.

  Abrió bien grande los ojos por la sorpresa y le frunció el ceño mientras aquella persona con una gran sonrisa pervertida en su rostro se mordía los labios, labios que ella conocía bien, que de hecho había probado semanas atrás, unos labios que le podían traer problemas. Lo supo en cuanto advirtió la confusión y el desconcierto en la mirada de Valentina y de... y de Río?.

Tokio-de haber sabido que tú formabas parte de todo este circo, no me hubiera resistido tanto a venir—dijo de manera sensual y Valentina la odió por eso. Juliana se sintió observada por todos, incluso pudo sentir como la mirada de Valentina y de, efectivamente Río, la quemaban
Juliana-ese es mi puesto—dijo de manera cortante, como si con ese tono de voz pudiera lograr calmar el desastre de emociones que se había comenzado a formar en el interior de dos de las personas más importantes de su vida. Tokio empujó con sus manos a Río como si las palabras de Juliana hubieran sido para él en vez de para ella. Error, la ojimiel se tensó en cuanto advirtió el trato de la chica para con Río—no vuelvas a hacer eso—dijo con los dientes apretados y conteniendo toda la ira que ese acto le había ocasionado—la que tiene que largarse eres tú—la chica esbozó una sonrisa sarcástica y la miró intensamente
Tokio-no era eso lo que me decías la otra noche, de hecho me pareció todo lo contrario—Valentina dejó escapar un leve suspiro en forma de risa irónica que Juliana pudo descifrar aún sin mirarla. Se acercó a Tokio apoyando sus manos en la mesa y habló
Juliana-en serio recuerdas o tomaste en serio algunas de las palabras que dije aquella noche?, porque yo no—se le rió en la cara pero al instante se puso seria, fría, ruda—así que ten un poco de dignidad, levanta tu estúpido culo de mi silla y...

HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora