El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman.Carl Gustav Jung
La ojiazul dejó el casco sobre la moto y comenzó a caminar a toda velocidad hacia la entrada de la casa, pero antes de llegar sintió el relinchar desesperado de una yegua que ella conocía perfectamente, de un animal que ella no había olvidado. Todos sus vellos se pusieron de punta pues la presencia de Amazona solo podría significar una cosa.
Se dio la vuelta y la vió. Quiso ser fuerte pero no pudo. Dejó que sus pies la llevaran hacia ella y mientras se dejaba llevar no podía pensar en nada más que en acercarse a esa yegua que consideraba de su familia. Mientras se acercaba a ella los recuerdos de sus inicios la invadieron y no pudo contener las lágrimas. Ni siquiera se reprendió por eso porque quería a Amazona, y al parecer Amazona también la quería a ella, al parecer la yegua la había extrañado igual o más de lo que ella lo había hecho, y lo más importante y maravilloso, lo que definitivamente hizo que la ojiazul se quebrara del todo era que al parecer Amazona no la había confundido porque la Amazona que tenía frente a ella parecía feliz y triste a la vez. Feliz seguramente porque por fin la volvía a a ver, y triste porque había pasado mucho tiempo desde la ultima vez, triste también porque sabía que la yegua era lo suficientemente inteligente como para saber que algo no andaba bien entre su amiga Juliana y ella.
No quería tocarla, no debía hacerlo, pero nuevamente su subconsciente le ganó la batalla logrando que una de sus manos se aferraran a su pelaje y lo comenzara a acariciar con ternura, con nostalgia, con amor y añoranza. La ojiazul no pudo reprimir un sollozo que se le escapó de forma desgarradora, logrando así que Amazona comenzara a cabecear y dar pequeños trotes sobre el lugar para de esa manera intentar calmarla.
Valentina-Amazona...—dijo suspirando e intentando contener el llanto que ese reencuentro le estaba causando—me reconoces, a ti no te pudo engañar—sollozó y se llevó un puño a su boca para contenerse. Se aferró al cuello de Amazona y la abrazó fuerte, muy fuerte, como temiendo que esta se alejara en cuanto la soltara. Ninguna de las dos quería que ese abrazo terminara nunca. Amazona era una animal, pero uno muy inteligente y desde que había acompañado a Juliana a la iglesia supo que la ojiazul del altar no era su ojiazul, que algo andaba mal. Ahora, en ese momento en que la auténtica Valentina la abrazaba con tanta fuerza supo el motivo y la causa de todo.
Valentina se separó de ella y esta se puso en dos patas y comenzó a relinchar. Luego de eso comenzó a trotar alrededor de la ojiazul en un acto de infinita alegría. Amazona estaba feliz de volver a verla, sobre todo porque intuía que si ella estaba allí era porque haría las pases con su dueña, y al hacer los pases esta no se marcharía, por ende la seguiría montando hasta el fin de sus días.
La actitud de la yegua sin duda le sacaron varias sonrisas a la ojiazul, que aunque rota y deshecha, aunque confundida y perdida, no pudo evitar sentirse feliz al menos por esos segundos de euforia por parte de su amiga. Amazona también se había convertido en su amiga, se había ganado su respeto y su confianza, tanto así que solo de ella se había dejado montar tantas veces que ya habían perdido la cuenta. Valentina se había ganado el corazón de la celosa Amazona, esta se había convertido en su guardiana cuando Juliana no podía estar, esta también la amaba y también había sentido su ausencia.
La inteligente yegua, con su cabeza, comenzó a empujar a Valentina hacia la puerta principal. Valentina sonrió, pues entendía bastante a la yegua y sabía que ese gesto era un claro indicador de que Juliana se encontraba dentro. Cuando llegó a esa conclusión tembló. No necesitaba atar muchos cabos. La presencia de Amazona lo dejaba todo más que claro. Juliana se encontraba en algún lugar de esa casa.
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HASTA EL FIN DEL MUNDO (Juliantina)
FanfictionDa igual de que manera estuvieran destinadas a ser en esta vida, lo estarían al fin y al cabo y ellas... Ellas morirían felices porque estaban seguras que en esa otra vida irían a buscarse y, en esa si, en esa si que se harían felices y cumplirían t...