Lluvia Dorada 03

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El amor es más pesado y difícil de ocultar que el crimen del asesinato

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Es inevitable que algunas personas se hagan la ilusión de que los asesinos psicópatas suelen ser tan energéticos que pueden trabajar duro durante el día y seguir encontrando tiempo para cazar a sus víctimas por la noche, además de apasionarse por el fitness, amar y apreciar el arte, hacer 800 rondas con sus amantes en la cama y dormir menos que Einstein.

——Independientemente de si existe un asesino tan perfecto en el mundo como si no, está claro que Herstal Amalette no es uno de ellos.

A la mañana siguiente, Herstal se despertó con un fuerte dolor de cabeza, resultado de una cervicalgia que suele producirse después de una noche de dormir en una posición incorrecta y después de trabajar demasiadas horas extras; tras una noche de sueño incómodo, el malhumor al despertar de Herstal se desarrolló hasta el punto máximo.

Además hoy era diferente a cualquier otro día: había un gran hombre vivo en su apartamento.

Herstal juró por Dios que anoche había tenido muchas ganas de echar a Albariño Bacchus de su casa, o de matarlo a puñaladas, y siendo sincero esta última opción fue más de su agrado.

¿Pero qué otra cosa podía hacer? No fueron más allá sexualmente hablando, Albariño estaba mojado completamente de la cabeza a los pies y cuando incluso eres un asesino en serie, es realmente incongruente preocuparse por la pregunta "¿Debo darle un lugar donde quedarse a cambio del trabajo oral que la otra parte me acaba de dar?" Realmente ese tipo de pregunta es innecesaria.

Por otro lado, Herstal no creía que fueran lo suficientemente honestos con las intenciones que tenían el uno con el otro, en todo el sentido de la palabra.

Pero de todos modos, los labios de Albariño  todavía estaban rojos, hinchados y húmedos, lo miró con lastima y dijo en voz baja: "Son más de las once de la noche y afuera todavía llueve mucho." Por lo que sabía Herstal, Albariño había sido sacado de su casa en un coche de policía el día de su detención, lo que significaba que ni siquiera tenía un medio de transporte.

Así que optó por marcharse a descansar, además de llevar a Albariño a su habitación de invitados y dormir con un puñal debajo de la almohada durante la noche, en caso de que la parábola de Albariño sobre el coyote que irrumpió en su territorio realmente se hiciera realidad en ellos.

Pero por supuesto, no debería haberle permitido quedarse; el forense era un cabrón muy conocido al que le gustaba recorrer un metro cuando le cedían un palmo. Al igual que lo del almuerzo en el pasado, -cuando no le había parado los pies a la primera,- Albariño se puso a su propia disposición para aparecer en su despacho más de una vez y llevarle el almuerzo a partir de entonces.

Así que cuando Herstal detuvo la alarma de su teléfono y entró en la sala de estar con dolor de cabeza, mareos y náuseas por levantarse con la presión arterial baja, encontró movimiento en su cocina.

Tiene una hermosa cocina estilo isla y un juego completo de electrodomésticos de cocina de alta gama, pero nunca los habia usado mucho. Herstal pasaba las mañanas luchando con la presión arterial baja y ahogándose con café. Para el almuerzo, lo resolvía comprando comida de la máquina expendedora del primer piso en la oficina. Para la cena, a menudo recurría a la comida china para llevar y productos semipreparados que eran fáciles de manejar debido al agotamiento, por lo que el sonido de los utensilios chocando en la cocina sonaban a fantasía.

La cosa que más utilizaba en toda la cocina es en realidad una cafetera de prensa francesa, y en ese momento, Herstal podía oler el aroma del café, pero tras unos segundos de lucha entre entrar en la cocina para ver qué hacía Albariño y no beberlo, se lo pensó mejor.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora