Vino y armas

Let it Snow 04

"Tu curiosidad te matará algún día".

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El joven agente llamado Alexander se esforzó por abrir la puerta trasera del WLPD; el grosor de la puerta metálica, el fuerte viento y la nieve del exterior hicieron que la maniobra fuera extraordinariamente difícil de realizar.

Hardy estaba a un metro de distancia, y detrás de él estaba el guardia de seguridad sosteniendo un grueso llavero: habían cerrado la mayoría de las puertas después del primer caso, y el guardia tenía ahora el único juego de llaves en la mano. Hardy, observando al joven agente, a Albariño y a Herstal con una mirada bastante severa, preguntó: "¿Está bien que sólo ustedes tres vayan? Puedo acompañarlos también si así lo necesitan".

"Lo que más necesitamos ahora es que te quedes y atrapes al asesino mientras que nosotros vamos a operar el generador; y si no hay un Yeti gigante o algo parecido escondido por ahí, creo que estaremos básicamente bien". Albariño dijo con voz ligera: "Después de todo, no podemos trabajar con linternas como esta todo el tiempo, ¿verdad? Y, los tres no seremos de mucha ayuda si nos quedamos aquí".

De hecho, la oscuridad aumentaba el ambiente de inquietud en el vestíbulo, y si seguían así los malditos policías sedientos de sangre iban a amotinarse. Hardy siempre había estado en desacuerdo con muchos de ellos, y realmente no necesitaba enfrentarse a más acusaciones de "nos tratas a todos como sospechosos" en la oscuridad, porque la respuesta era claramente "¡Sí!".

Herstal miró a Hardy y al guardia de seguridad, y luego preguntó pensativo: "¿Hay más llaves para las puertas cerradas de este edificio además de las que usted tiene en las manos?".

"Hay otra de repuesto, que se coloca en el cajón de la oficina de los guardias de seguridad. La llave del cajón queda bajo jurisdicción de la persona de turno", respondió rápidamente el hombre," Y hay algunas habitaciones especiales, como los archivos, las habitaciones donde se almacenan el gas lacrimógeno extra y las pistolas eléctricas, en donde las llaves son guardadas por oficiales de policía especiales y no están bajo nuestro control."

Herstal frunció el ceño, aparentemente pensando en algo, hasta que Albariño le tocó el codo y le dijo con una sonrisa: "Vamos, gran detective, será mejor que nos pongamos en marcha y regresemos pronto".

Así pues, caminaron hacia la ventisca, el viento era más fuerte de lo que habían pensado, casi hasta el punto de que uno apenas podía mantenerse en pie, las partículas de nieve golpeaban dolorosamente contra sus cuerpos. Y detrás de ellos se cerró lentamente la pesada puerta, donde Hardy había dejado a dos hombres esperando a que regresaran, pero esto también fue rápidamente tragado por la oscuridad mientras más caminaban.

Se dirigieron hacia su destino, una distancia de sólo unos cientos de metros, pero que parecía alarmantemente larga en estas duras condiciones meteorológicas. Los alrededores estaban completamente oscuro, todas las ventanas de los edificios y las luces de las farolas estaban apagadas, y después de que algunas veces las cortinas interminables de nieve fueran interrumpidas, las siluetas de enormes edificios ocasionalmente se revelaban.

La nieve había llegado más allá de los tobillos y se había amontonado esponjosa y resbaladiza en el suelo. Albariño alargó la mano y se apoyó en el brazo de Herstal, mientras la linterna en la mano del joven policía, que guiaba el camino, revoloteaba en la oscuridad como una luciérnaga moribunda.

Era difícil calcular cuánto tiempo llevaban caminando; en todo caso, hasta que a Albariño ya le dolían los dedos por el entumecimiento, Alexander dijo: "Ya estamos aquí".

Albariño solía estacionar en el aparcamiento detrás de la estación de policía, pero tuvo que admitir que nunca había mirado la sala de distribución de energía y la sala de generadores junto a él en el pasado. Estas dos pequeñas casas parecían dos ataúdes en medio del viento y la nieve férrea.