Esta es su provocación a las fuerzas del orden.
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Albariño parpadeó.
El olor a desinfectante y lejía mezclado persistía en la punta de su nariz, la luz de la mañana se colaba en el interior de la habitación a través de las cortinas del exterior, el clima estaba despejado después de la lluvia, y parecía cálido y brumoso. El techo sin rasgos personales frente a él fue suficiente para decirle a Albariño que: ahora estaba acostado en un hospital.
Trató de mover los dedos por un momento - o más bien, intentó destaparse de las blancas sábanas del hospital- pero fracasó por completo, y por el contrario, el dolor de las heridas en su cuerpo lo hicieron sisear.
"En serio Albariño", escuchó entonces la voz de Olga Molozze desde algún lugar a su alrededor, "solía pensar que la única víctima con la que teníamos que lidiar después de esta lluvia sería Herstal".
Albariño luchó para intentar mirar por el borde de las cortinas y vio una imagen muy 'casera y cotidiana' en esta cálida mañana: un soporte de suero de pie al lado de la cama, y la aguja conectada a una bolsa de suero, por supuesto, estaba alojada en el dorso de su mano, que presumiblemente estaba goteando suero fisiológico -o algo parecido- utilizado para rehidratar y regular la presión sanguínea después de una pérdida de sangre; y a Olga Molozze sentada en una silla al lado del soporte de suero con unas ojeras alarmantes, sosteniendo una -de al menos tres pisos- hamburguesa del Burger King en la mano, mordisqueando con seriedad.
¿Alguien en realidad puede comer tanta grasa por la mañana?
Albariño dijo laboriosamente: "... ¿eh?"
"Una explicación sencilla y resumida seria la siguiente: te atacaron anoche y luego te colgaron en una pose bastante clásica en la morgue de la oficina forense; ahora mismo Bates y los demás están poniendo tu casa patas arriba y Bart probablemente está interrogando a todos tus vecinos para averiguar si presenciaron algo de lo ocurrido, aunque sospecho que nadie sabe lo que realmente pasó". Olga dijo mientras se lamía la salsa de kétchup de los labios: "¿A quién se le ocurre vivir en medio de la nada en un terreno de 3,7 acres [1]? Las casas de tus vecinos están a casi una milla de distancia".
Luego hizo una pausa indignada y dio otro mordisco a su hamburguesa.
"Tengo un poco de curiosidad", preguntó Albariño amablemente, sintiendo su voz aún ronca, "¿es así como hablas normalmente con las víctimas?"
"Por supuesto que no, y Bart me regañará por esto cuando se entere. Al parecer ahora eres de cristal ante sus ojos". Olga apretó el envoltorio de la hamburguesa con una mano y con la otra cogió el vaso que se encontraba en la mesa de la sala y dejó que Albariño diera un par de sorbos con la pajilla.
Luego dejó el vaso en su sitio y lo observó durante un par de segundos, suavizando un poco su voz: "¿Te usó físicamente?".
Albariño sonrió, con esa típica sonrisa pero ahora un poco pálida: "No, por favor, no lo hagas. Ambos sabemos lo que pasó, ¿no?"
"Sí", dijo Olga, lamiendo sus dedos manchados de salsa pensativamente, y luego sonrió, "...ambos sabemos lo que pasó".
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"Es imposible que lo haya hecho el pianista de Westland. El pianista no agrede sexualmente a sus víctimas y definitivamente no las deja con vida". Señaló McCard con el ceño fruncido.
Estaba de pie frente a su escritorio, mientras el brillante tablero de la mesa estaba cubierto de escaneos de las fotografías que Bates había recuperado de la casa de Albariño: la mayoría de las cuales mostraban heridas sangrientas, y un pequeño número de ellas eran tomas desnudas de cavidades rojas y miserables con sangre goteando por los muslos de la víctima.
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Vino y armas
Mister / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...