La fuente de Sangre 10

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"Te estas quedando sin mucho tiempo".

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"'¿Qué quieres exactamente?' preguntó la bruja mientras se acercaba a él y hablaba."

"'Quiero desprenderme de mi alma'. El joven pescador respondió."

"La bruja palideció, y con un estremecimiento, escondió su rostro en el manto azul. 'Hermoso joven, hermoso joven', murmuró, 'eso es algo terrible'."

"Pero él sacudió sus rizos oscuros y se echó a reír. '¿De qué me sirve mi alma?', respondió, 'no puedo verla, ni tocarla, ni entenderla'".

La voz de Albariño era suave y gentil mientras leía, y pasó a otra página del libro que sostenía en la mano con un suave sonido de raspado.

"'¿Qué me darías si te lo dijera?' preguntó la bruja de pie mientras lo miraba con sus hermosos ojos."

"'Tengo cinco monedas de oro para darte', dijo, 'y también mis redes, y la choza de cañas en que vivo, y la barca en que navego. Dime solamente lo que debo hacer para desprenderme de mi alma, y te daré todo lo que tengo'."

"Ella se rió burlonamente, lo rozó con la rama de cicuta, y le dijo: 'Si yo lo desease, podría convertir en oro las hojas del otoño, y tejer hebras de plata con los rayos de la luna. Mi amo es más rico que todos los reyes de este mundo, y gobierna en todos los dominios de la tierra'."

"'¿Qué te daré entonces ' dijo él, 'si no esperas recibir oro ni plata?'."

"La joven bruja le acarició los cabellos con su mano blanca y fina y sonriendo, murmuró: 'Tienes que bailar conmigo, hermoso joven'."

La historia que estaba leyendo Albariño [1] llegó a un final momentáneo, pues sintió un poco de sequedad en la garganta y tuvo que parar, sin embargo la que yacía sola en la cama seguía inmóvil. El rostro de Olga Molozze lucía tan pálido como las sábanas que tenía debajo; había perdido algo de peso desde que estaba postrada en la cama, y al acercarse a su rostro se veía ligeramente hinchada.

Albariño cerró el libro y lo colocó en su regazo, luego preguntó: "¿Lleva un cuarto de hora ahí parado, agente McCard?".

Lavazza McCard estaba de pie en la puerta, luciendo cansado y un poco desarreglado, con el aspecto de haber venido desde Quantico en camión. McCard hizo un gesto con la mano, como si creyera que debía explicarle algo a Albariño.

"Vine a Westland para manejar un caso. Acabo de estar en el WLPD y he pasado a visitar a Molozze un rato". McCard miró a Albariño con atención. Obviamente, McCard no esperaba ver a Albariño leyéndole un cuento a Olga tan pronto como entrara por la puerta. Continuó: "Hoy es martes, ¿no deberías estar en el trabajo?"

"No sé cuántas veces le he explicado a varias personas el sistema de turnos del Servicio Forense, pero en cualquier caso, la semana pasada trabajé tres turnos de noche y esta mañana me he enterado de que no me han vuelto a programar". Albariño gruñó levemente: "Clara, la pequeña hija de Bart, parece estar haciendo una especie de actividad de "leerle un cuento a Olga todos los días", pero hoy tenía que asistir a la fiesta de cumpleaños de una amiga del colegio y pasará la noche en la casa de otra persona, por lo que tuvo que encomendarme a mí el trabajo. "

Hizo una pausa y miró a McCard, quien estaba en silencio.

Luego, añadió: "En realidad no te interesa lo que Clara este haciendo hoy, o qué historia le he leído a Olga, ¿verdad?".

"Personalmente estoy más interesado en ti". McCard dijo con franqueza.

"Es una pena, ya tengo novio". Albariño resopló por la nariz.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora