El sello de Caín 02

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Pero de todos modos, finalmente se interesó por el otro asesino en serie.

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"Una de las cosas más reflexivas del pianista de Westland es que notificará inmediatamente a la policía la ubicación del incidente después de cometer el crimen". Comentó Albariño mientras se encontraba frente a la mesa de autopsias móvil en la sala de autopsias general.

El sistema de ventilación de la sala de autopsias retumbaba en la habitación, el equipo de grabación zumbaba, y para cuando la autopsia estuviera terminada, la secretaria de Albariño habría impreso el dictado del informe de la autopsia en un informe oficial. Todos los presentes estaban completamente preparados, vestidos de la cabeza a los pies con trajes de disección, máscaras, cubre zapatos, guantes, etc, en lo que parecía un extraño ritual de adoración. Para Albariño, el olor en la sala de disección apenas valía la pena ser mencionado, pero todavía le incomodaba el sudar debido al atuendo.

El cuerpo, vestido de espantapájaros, yacía en la mesa de autopsias, esperando a ser destripado.

La afirmación continua de Albariño era verdad: Los días de todo forense en una sala de autopsias en descomposición son insoportables, todo se basa en los espantosos huesos blancos, los fluidos corporales que gotean y la constante supuración bajo la piel blanda y podrida. No importa cuán poderoso sea el sistema de ventilación de la sala de autopsias, siempre estaba el fuerte hedor de los cuerpos en descomposición presente en todo el lugar.

Bates se situó detrás de Albariño y aunque no había ninguna expresión en su rostro, obviamente pensaba lo mismo. Bates había trabajado con Albariño en varios casos y había visto demasiados gusanos blancos y revoltosos, cadáveres que se pudrían hasta volverse verdes y una visión muy desagradable de la descomposición. En ese sentido, el trabajo del pianista de Westland era un maldito desastre, pero el olor era al menos soportable.

El cadáver que tenían delante no mostraba signos de descomposición, salvo el hecho de que su abdomen había empezado a hincharse ligeramente. Habían retirado el cuerpo de la estaca justo en la escena del crimen con la ayuda del CSI, quienes se habían llevado toda la madera al laboratorio de incriminación para que la analizaran, pero el asesino debió de manipular las manos de la víctima de alguna otra manera, ya que estas seguían extendidas en forma de cruz, como si fuera un extraño ejemplar religioso.

La ropa de la víctima estaba cubierta de sangre coagulada, empapando el antiestético disfraz de espantapájaros de un negro intenso; por otra parte, no parecía prudente romper la rigidez del cadáver sin saber qué había utilizado el asesino para asegurar las manos de la víctima. Lo único que pudo hacer Albariño fue fruncir el ceño y utilizar su bisturí para tratar con la ropa del cadáver poco a poco, y cortar algunas de las partes de la tela antes de despegarlas de la parte superior del torso humano y dejar que Bates metiera los trozos de ropa en la bolsa de pruebas.

Esta era simplemente una de las virtudes de Bates: nunca perdía la esperanza. Albariño estaba bastante seguro de que ninguna otra persona de todo su grupo tenía esperanzas de poder obtener alguna prueba incriminatoria de esos pedazos de tela.

"Eran alrededor de las tres y media de la mañana cuando entramos en la escena del crimen, Bart dijo que abrió la carta justo después de las dos. Y ahora, son casi las cuatro". Albariño miró el reloj de pared de la sala de autopsias y luego habló mientras mostraba las manchas del cuerpo a varias personas presentes en el lugar.

El hombre había perdido tanta sangre antes de morir que las manchas eran de color blanco y menos fáciles de detectar, formadas principalmente en sus pies debido a la posición en que había sido empalado en la estaca. Habían cambiado la postura del cadáver hacía mucho tiempo pero todavía no habían aparecido más, lo que significaba que se habían estado formando durante buen tiempo después de su muerte. Albariño presionó con sus dedos enguantados de látex sobre las manchas de los pies del cadáver, las cuales aún estaban ligeramente difuminadas, señal inequívoca de que las manchas aún no habían llegado a extenderse; con estos indicios era posible hacer una inferencia más aproximada sobre la hora de su muerte.

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