Baila, baila, muñequita 01

235 32 23
                                    

"Esto es lo que me dejó".

---------

A mediados de noviembre, también empezó a nevar en Westland.

La temperatura bajó bruscamente una y otra vez, y la ciudad, que tuvo muchas precipitaciones en otoño e invierno, se cubrió ahora de nieve que cayó durante tres días. Como resultado, los atascos de tráfico aumentaron, los refugios se llenaron y los índices de robo a mano armada subieron unos cuantos puntos al oscurecer cada vez más temprano.

Era una fría mañana de sábado y Herstal estaba de pie en la entrada de un pequeño teatro con una fachada de aspecto ruinoso. La nieve había cesado, pero la gente seguía teniendo la ilusión de estar congeladas de dentro hacia afuera, la respiración de cada persona iba acompañada de una nube de aire blanco ascendente, y los escalones del teatro estaban escarchados y llenos de pisadas.

Herstal miró con impaciencia su reloj: llegaba un poco tarde debido al terrible tráfico de la ciudad después de nevar.

El ruinoso edificio que tenía delante, en el que normalmente nunca entraría, era la razón fundamental por la que Herstal no podía recuperar el sueño en un buen fin de semana en donde no tenía horas extras en el trabajo.

Porque todos los sábados por la mañana se celebra en este pequeño teatro una reunión del grupo de Ayuda Mutua Anónima de Trauma por Agresión Sexual.

-Entonces, de nuevo, Olga tiene la culpa de esto.

Herstal no había vuelto a ver a Albariño Bacchus desde hace mucho, o más bien, después de aquella repentina epifanía no había ido a verlo. No tenía vacaciones pagadas que tomar como el otro hombre, e incluso después de todo el asunto de Johnny the Killer, igualmente tenía que ir a trabajar todos los días como de costumbre. Entonces, Olga aún lo acompañaba a cenar algunas veces, pero Albariño no había aparecido.

"Tal vez ahora los asesinos en serie también están empezando a hibernar", dijo Olga con brío en una de estas cenas, " no se han movido durante un tiempo desde que el jardinero puso esa calavera en tu escritorio".

"La última vez que cometió un delito fue a finales de septiembre, y por definición, es lógico pensar que solo cometerá otro delito dentro de tres o cuatro meses". Señaló Herstal con frialdad, sin ver nada que celebrar en la reciente tranquilidad del jardinero dominical. Además, comprendía perfectamente el porqué de las cosas: Albariño vivía ahora en la ciudad, y los apartamentos del centro eran demasiado poco adecuados para deshacerse de los cadáveres.

"Sin embargo sus patrones están comenzando a cambiar, está cometiendo crímenes mucho más a menudo estos días". Dijo Olga con infinita tolerancia.

Herstal tosió secamente y preguntó: "¿Por qué crees que es eso?".

"Por el pianista de Westland", respondió Olga con un guiño, "por ti, quizás. Todo es posible".

Para un perfilador, el cambio en el patrón de un asesino en serie y la aceleración en la frecuencia de sus crímenes podría ser algo bueno: Herstal había visto demasiados casos en los que cuantos más asesinatos cometía un asesino, más errores podía tener, y cuanto más complacientes se volvían consigo mismos, eran más imprudentes. Al parecer, varios asesinos en serie habían acabado siendo capturados por cometer errores como este.

En resumen, por varias razones, el pianista de Westland tenía que permanecer desapercibido durante un buen tiempo. El agente de la Unidad de Análisis de Conducta del FBI que había abandonado la ciudad, también estaba interesado en este caso de agresión sexual anterior, por lo que sería mejor para él no correr ningún riesgo en estos momentos.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora