El cráneo se hizo pedazos y se convirtió en polvo dentro del polvo.
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No era un día cualquiera, y Albariño lo había sabido desde el principio.
-- Era el aniversario de la muerte de su madre, 25 de julio, un día soleado de verano. La habitación aún estaba fresca al caer la noche, y las sombras se cernían sobre la mansión, devorándola lentamente en sus entrañas.
"Padre".
Albariño se paró en la entrada y dijo en voz baja, apoyando los codos en el marco de la puerta. Su padre, el Dr. Charles Bacchus, estaba sentado junto a la chimenea de su estudio.
En el escritorio del respetado cirujano había una botella abierta de vino blanco, era una con la clasificación 'Sélection de Grains Nobles' de Riesling de 1990 de la bodega Egon Müller, que Charles había ganado en una subasta cinco años atrás.
Esos años eran como hace toda una vida ahora, cuando la mayoría de la gente habría pensado que eran exitosos, ricos y felices, y quizás el propio Charles Bacchus también lo pensó así.
Albariño miró la botella de vidrio por un momento, y luego preguntó suavemente: "¿Pasa algo?".
Evidentemente, algo estaba muy mal, pues un penetrante olor a humo impregnaba la habitación, y parecía que su padre había abandonado por completo la pretensión de mantener la sobriedad frente a él. La tez de Charles era pálida, su barbilla estaba cubierta de un rastrojo de barba incipiente, y había una sombra profunda bajo sus ojos, que era aún más horrible bajo el fuego de la chimenea, porque evidente llevaba mucho tiempo sin dormir.
Todo esto le hacía parecer aún más viejo, apenas viéndose como un hombre que aún no había cumplido los cincuenta años.
"No es nada", respondió el Dr. Charles Bacchus, tratando de mantener su voz alegre, pero hacía mucho tiempo que todos sus colegas y amigos no habían vuelto a ver nada parecido a una sonrisa en su rostro. "Al, ¿quieres dejarme solo un momento?"
Todos pensaron que era el resultado de la pena - era... simplemente el resultado de la pena.
Albariño miró a su padre, y por un momento el joven pareció perdido en sus pensamientos, luego respondió: "Está bien, pero si hay algo que necesites..."
Salió por la puerta mientras hablaba, y en ese momento pudo ver lo que hacía arder las llamas de la chimenea: era papel, las páginas interiores arrancadas de un libro, páginas blancas lentamente engullidas y rizadas por las llamas, ahogadas en un extraño negro abrasador.
Era el diario de su madre. Aparentemente; la carta, junto con el diario de Xana, había estado sobre el escritorio de su padre durante los últimos dos años, revuelto por el hombre quien sabe cuántas veces, y tanto padre como hijo se abstuvieron tácitamente a hablar de ello, como si la cosa no existiera en realidad.
Cuando Albariño estaba a punto de cerrar la puerta, Charles habló de repente con voz ronca: "¿Al?".
"¿Papá?" preguntó Albariño en voz baja mientras se detenía en su camino.
"Al, ya sabes, no importa lo que tú hagas..." su padre parecía querer decir algo, pero en lugar de eso hizo una extraña pausa y sacudió la cabeza con una sonrisa amarga, como si no supiera cómo expresarlo. Luego, volvió a decir: "Sabes que te amo, ¿verdad?".
Albariño guardó silencio por un momento, y luego dijo: "Lo sé".
"Continúa, por favor". Su padre dijo en voz baja.
Así que Albariño cerró la puerta del estudio con suavidad, escuchando el leve chasquido del pestillo en el momento del bloqueo. No se marchó, ni dedicó su tiempo a la clase de vida vacacional que cualquier graduado universitario como él hubiera vivido, como su padre había pensado. En ese momento había recibido su carta de aceptación en la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, y la gente en general, a estas alturas de su vida, solía estar dispuesta a pasar su tiempo viajando o teniendo sexo loco con sus amigas en la bañera; que era el tipo de "vida real" en la que los jóvenes estaban locamente inmersos. Pero ahora, se aseguró de que la puerta estuviera cerrada, luego se apoyó en ella, puso todo su peso y comenzó a esperar en silencio.
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Vino y armas
Mystère / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...