La fuente de Sangre 06

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Albariño no podía imaginar que un día él sería el más tranquilo de los dos, pero ahora parece que ese es obviamente el caso.

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Soñó que los fragmentos de los rosetones con incrustaciones de vidrios de colores se rompían en pedazos y se desprendían de los decadentes marcos de madera; no como fragmentos de vidrio, sino como mariposas de colores. Las mariposas batieron sus alas hacia abajo y hacia arriba, y los bordes de sus ligeras alas brillaron tan afiladas como cuchillas.

Sus alas rozaron su piel como si fueran suaves plumas, dejando pequeñas cicatrices en forma de grietas que se extendieron como telarañas. Sus ojos a simple vista no podían ver exactamente dónde estaban las cicatrices, pero podía sentir los estallidos de un dolor agudo.

En el momento en que alargó la mano para tocar la fuente del dolor, encontró sangre pegajosa a su alcance, goteando por sus dedos como si fueran gusanos fríos arrastrándose y retorciéndose por ellos. Luego, sus dedos tocaron su cuello: había una cuerda de piano que se iba tensando gradualmente, hundiéndose profundamente en la carne como una serpiente, como los dedos fríos y delgados de la muerte, el hilo giratorio en las manos de la diosa del destino.

Entonces, despertó de su sueño.

Los ojos de Herstal se abrieron bruscamente y, entre respiraciones entrecortadas, miró el techo vacío, en donde, por supuesto, no había mariposas cayendo lentamente desde la ventana, ni cuerdas de piano ni sangre fluyendo a través de ella. Unos segundos más tarde, se dio cuenta con disgusto que su pijama se había empapado en sudor, y el sudor estaba ensuciando lentamente sus sábanas.

El despertador de la mesita de noche señalaba diez minutos antes de la hora preestablecida para despertarse, y el otro lado de la cama estaba vacío. Su "compañero de cama" -término que Herstal eligió cuidadosamente en su cabeza, ya que los compañeros de sexo no pasaban la noche en casa del otro, y los amantes... Albariño estaba a un millón de kilómetros de distancia de la palabra "amante",- hacía tiempo que se había levantando de la cama, pero el olor a huevos revueltos que se colaba esporádicamente por la puerta señalaban el camino hacia la ubicación exacta del otro hombre.

Así que Herstal se vistió y se dirigió al comedor, donde lo esperaban Albariño y los huevos revueltos, actuando como una especie de novio perfecto que sólo cobraba vida en sueños. Mientras se desamarraba el delantal de rayas grises y blancas, lanzó a Herstal una mirada significativa desde encima de sus hombros, y fue en ese momento cuando Herstal notó un ligero brillo azul bajo sus ojos verdosos.

Albariño dijo simplemente: "Estabas gritando en sueños".

—La verdad en sí no era tan exagerada como Albariño lo hizo ver.

Herstal, como todas las personas de éxito, tenía una cama gigantesca que no era necesariamente práctica; y en ese vasto territorio, dos monarcas podían vivir en paz sin encontrarse, lo cual no era una exageración. Albariño tenía un sueño sorprendentemente bueno, no muy diferente de la impresión que dejaba en algunas personas. En cambio, Herstal solía acurrucarse cuando se quedaba dormido, una posición que se explicaba por sí sola desde el punto de vista psicológico.

En general, algunas personas creen fervientemente que las parejas deben dormir abrazadas, pero eso sólo hace que los hombros y la mitad de uno se adormezca a la mañana siguiente.

Y aunque Albariño sentía que Herstal y él estaban separados por miles de montañas y ríos, fue despertado en medio de la noche por un gemido de dolor.

Cuando abrió los ojos y se adaptó lentamente a la oscuridad de la noche, el otro hombre se revolvía inquieto en la cama, consiguiendo que el colchón crujiera. Albariño se apoyó en su codo para observar a Herstal, y vio que el cabello del hombre estaba pegado a su frente por el sudor, el color dorado original de su pelo parecía extremadamente oscuro en la oscuridad, como grietas incoherentes.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora