"-Porque es tu derecho".
---------
Herstal bajó la mirada hacia Albariño, y pudo leer cierta emoción en los ojos del otro hombre, un indicio de algo no dicho. Después de conocerlo durante tanto tiempo tenía cierta experiencia en descifrar la mente de Albariño, así que leyó cierta emoción que podría llamar como: alegría sincera, una promesa sin palabras.
Hubo un breve silencio, ninguno de los dos habló, sólo Slade seguía forcejeando ligeramente: de hecho, no podía ejercer ninguna fuerza en toda la parte inferior de su cuerpo; tan flácido como el barro, el hombre movía torpemente la parte superior de su cuerpo. Cuando Herstal volvió la mirada hacia él, distinguió en aquellos ojos indefensos y tontos una clara emoción de horror.
Esto al menos dejaba clara una cosa: ahora, años después, todo estaba a disposición de Herstal en su lugar.
Así que Herstal se inclinó ligeramente y agarró con mano firme el cuello de la camisa de Albariño.
Tenía las manos cubiertas de sangre seca y no seca, y el espacio entre sus dedos estaba pegajoso, con un desagradable olor a pescado. Esta vez, la sangre gradualmente ennegrecida en sus dedos se frotó contra la camisa blanca de Albariño como una flecha afilada, marcando el lugar de su garganta para todo espectador que pudiera ver al hombre.
Albariño fue puesto de pie por él, y el agarre de la mano de Herstal era lo suficientemente fuerte como para que Albariño tuviera que agarrarse de la muñeca de Herstal para evitar ahogarse con la corbata que le apretaba.
Sus dedos estaban sobre la piel de la muñeca de Herstal, y a través de la tela de la camisa y el duro metal de los botones de los puños, todavía había un calor sutil. Al momento siguiente, uno de los dedos de Albariño tanteó suavemente el interior del puño de la camisa de Herstal, rozando con su punta callosa la piel del hueso de su muñeca.
Herstal pareció tragar saliva, y al cabo de un momento dijo secamente: "He hecho muchas cosas desde que te conocí que antes nunca habría hecho en la escena del crimen."
"¿Por ejemplo?" Albariño sonrió y guiñó un ojo, con un tono tan fino como si estuviera hablando de algo sin valor pero sutilmente placentero como un postre de sobremesa. "Muéstramelo".
Herstal resopló, sus diversas muecas y expresiones de burla bastaban para llenar una estantería de libros en categorías separadas, y habría sido difícil para una persona normal leer sus verdaderas emociones en estas expresiones de similar indiferencia: excepto quizá para Albariño, que, como él decía, ya era algo más experto en la disciplina.
Así que Albariño supo que el otro hombre había accedido de hecho, y con un empujón en la mano de Herstal, Albariño fue arrastrado por él hacia los peldaños elevados. Nunca podría decirse que Herstal le hubiera obligado a hacerlo, pues un varón adulto de la estatura de Albariño jamás podría haber sido arrastrado hasta tal altura con una sola mano, así que sólo podía decirse que Albariño sabía exactamente lo que estaba haciendo... y estaba bastante contento de cooperar.
De este modo, Albariño también se subió a la popa del abstracto barco de madera, los tablones crujiendo ligeramente bajo sus pies, que él había diseñado poco a poco durante largos meses, aserrados de troncos enteros a mano, y llevados a la iglesia por lotes y ensamblados poco a poco. Pero en aquel momento no eran más que materia prima, sin otro significado -como los lienzos en blanco de sus ojos-, su significado se lo daba Herstal Amalette, y lo escribía en ellos la sangre, que era un ritmo sutil imposible de leer para aquellos policías, un canto singular y sin palabras.
Herstal le apretó por los hombros y le empujó de espaldas sobre aquella mesa de altar que tocó, y Albariño oyó el crujido de algún objeto metálico que caía al suelo: podía ser el Santo Crisma, la caja eucarística, un objeto lleno de la sangre y la carne de Cristo en sentido religioso, como si fuera aquel barco andante lleno de sangre y carne.

ESTÁS LEYENDO
Vino y armas
Mistero / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...