"Lo que el mal emprende con mal se refuerza."
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Cuando Albariño abrió los ojos ya era de noche.
Estaba acostado en una habitación extraña, y todo lo que podía ver era el techo mohoso y el papel tapiz descascarado. El vidrio de la ventana cercana estaba cubierto con una gruesa capa de polvo, de modo que no podía ver mucho del exterior, sólo la vaga sombra de las ramas de algún árbol imponente que colgaba fuera.
En el exterior, la luz del sol del color de la sangre, entraba por el fino cristal moteado, tiñendo todo lo que había en la habitación de un tono fuerte y sanguíneo, lo suficientemente rojo como para hacer que la gente entrara en pánico. Albariño se retorció en la delgada cama y descubrió que sus muñecas estaban atadas con lazos de nailon a las barandillas metálicas de ambos lados de la cama; el tipo de cama que se usan en los hospitales con barandillas bajas a ambos lados, y también había un polvoriento estante de infusión erigido junto a ella.
Albariño podía sentir dolor en la parte posterior de su cabeza donde seguramente había una herida, no peor que lo que le dejó el pianista cuando había invadido su casa y en donde necesitó puntos de sutura, pero aun así seguía sangrando mucho; y ahora, debido a la sangre, el cabello se le pegaba de forma dolorosa en la parte superior del cuero cabelludo, creando un tacto desagradable y crudo. Además, aparte de ello, notó que había un diminuto agujero en el dorso de su mano, en donde había un pequeño moratón.
Albariño respiró hondo.
"Herstal". Dijo.
Sabía que el hombre estaba de pie en algún rincón oscuro que su vaga visión no lograba captar. Se había dado cuenta el día que habían ido a visitar a Aurelie Delphine que el hombre confiaba en la oscuridad o lo que fuera para obtener una sensación de seguridad.
Así que, como era de esperar, Albariño escuchó el sonido de pasos, y Herstal Amalette salió de algún lugar oculto en las sombras sangrientas del anochecer. Todavía se veía perfectamente vestido y pulcro, lo cual era normal para una persona con trastorno obsesivo-compulsivo, en especial este hombre, que siempre se aseguraba estrictamente de que todo estuviera en orden a su alrededor.
Pero se veía pálido, y las profundas sombras debajo de sus ojos no se habían desvanecido. Los ojos de Herstal se posaron en Albariño, y mostró una especie de mirada reflexiva y contemplativa, como si nunca hubiera visto a Albariño tan indefenso frente a él.
Asintió suavemente y respondió: "Hmm".
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Hace siete horas:
Eran poco antes de las nueve y media cuando Albariño entró en la casa, el tiempo estaba despejado, pero aún quedaba en el aire rastros de la humedad de la lluvia anterior. Tan pronto como entró por la puerta, vio a Herstal sentado en el sofá con una botella de vino blanco abierto frente a él y medio vaso lleno con el líquido que prácticamente no había tocado, en su mano: solo era de mañana, e incluso si no parecía borracho, toda la situación era bastante raro en él.
Albariño hizo una pausa al entrar en la casa. Olió el vino en el aire y preguntó con una sonrisa: "¿Uvas Bacchus? ¿Exportados de Inglaterra?"
"¿Qué tiene eso de extraño?", preguntó Herstal retóricamente, con una voz que seguía sonando tranquila e indiferente.
"Que no parecías ser de los que comprara vino para tener en casa antes de conocerme". Dijo Albariño en un tono casual, como si no fuera consciente de las implicaciones de lo que estaba diciendo. Comprar vino no era sorprendente, a todas las personas ricas les gusta poner algunas botellas en sus mansiones. El tipo de vino y el significado metafórico del nombre sí era lo realmente extraño.
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Vino y armas
Mystery / Thriller"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...