Baila, baila, muñequita 05

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Incluso para el pianista de la ciudad de Westland, había pocas ocasiones en los que la escena del crimen fuera tan sangrienta.

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En realidad, Herstal no escuchó mucho de lo que dijo Albariño.

Porque en ese instante sus oídos se vieron abrumados por un rugido sin límites, que sonaba como el desmoronamiento de rocas, el colapso del cielo, o el sonido frenético de los oídos de todo paciente febril que se agita sin descanso en la oscuridad de la noche. Billy se desplomó en un rincón, casi como si una mano invisible hubiera cortado los hilos de su cuerpo uno a uno, y la sangre que goteaba en el suelo le recordaba a un cuarto de baño con moho manchando a lo largo de las baldosas.

En ese momento, Anthony Sharp se dio la vuelta conmocionado, sin tener evidentemente ningún concepto de los acontecimientos inesperados que había sucedido, y completamente desprevenido de encontrarse con alguien más en esta sala. Fue entonces cuando se miraron durante unos segundos, y luego Sharp se tensó como la cuerda de un arco.

Obviamente estaba preparándose para huir, pero el camino que había elegido originalmente era bastante terrible, ya que los dos hombres restantes bloqueaban la escalera, así que simplemente corrió hacia la ventana. Pero, aunque consiguiera salir por la ventana -lo que, dada la anchura de estás en este pequeño apartamento, probablemente no podría hacer-, se rompería al menos una pierna debido a la altura del segundo piso.

Esto fue suficiente para demostrar que no era una persona muy inteligente, al menos no lo suficiente para satisfacer el gusto de Albariño, pero desde luego el jardinero dominical no era exigente con los muertos que le pertenecían. No le importaba el aspecto de la mayoría de la gente antes de morir, sólo necesitaba la carne, la sangre, los huesos, y las formas en las que se podía moldear en algo puramente material.

Nunca perdía el tiempo luchando, y siempre estaba dispuesto a elegir la forma más conveniente para dar a su objetivo un corte limpio en la garganta. A decir verdad, antes de salir de casa hoy no había pensado que tuviera que matar a nadie, y ni siquiera llevaba un cuchillo a la mano, así que optó por mantenerse firme, con el rostro aún tranquilo a la espera de lo que ocurriera después.

Y entonces, en el momento en que Sharp se dio la vuelta, Herstal se abalanzó sobre él.

Habría sido difícil para el observador casual imaginar que el hombre de traje y zapatos de cuero pudiera moverse con tanta ferocidad y agilidad al amparo de su habitual fachada, pero ciertamente interceptó y abordó a Sharp, y el hombre, apestando a alcohol, cayó al suelo con un sordo golpe, maldiciendo en pánico. Ni siquiera tuvo tiempo de girarse y forcejear para librarse del agarre de Herstal cuando éste le apretó el hombro con fuerza, produciendo un crujido palpitante, porque aparentemente había dislocado el brazo de Sharp en carne viva.

Otro gemido salió de la garganta del hombre, y Albariño los contempló, alzando inconscientemente la mano para tocar el nudo de su propia garganta: el impactante moretón que antes tenía se había desvanecido, pero la marca anterior del cuchillo aún permanecía en una línea poco profunda de cicatrices blancas. Herstal siempre será así: sin importar el tipo de actitud que tenga hacia Albariño en su corazón, nunca será más amable que cuando comenzó; porque, para personas como él, el deseo y el dolor están estrechamente ligadas.

Al mismo tiempo, Herstal sacó cuidadosamente un cuchillo de su tobillo. Albariño descubrió que la hoja era muy larga, y definitivamente no era el tipo de cuchillo que Herstal llevaría a diario, por lo que lo más probable era que fuera un equipo de caza. Luego inmovilizó a Sharp con su peso, y cortó en seco el tendón de Aquiles de ambos pies de su oponente con la larga hoja.

Un poco de sangre salpicó el suelo y Sharp aulló hasta el punto de que a los otros dos hombres, le hubieran preocupado que los vecinos llamaran a la policía si no supieran que la insonorización era muy buena. Con el cuchillo en mano, Herstal movió ligeramente la muñeca, haciendo que se derramaran más gotas de sangre a lo largo de la hoja; y luego la clavó profundamente en el hombro ileso de Sharp.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora