Porque Johnny the Killer lo amaba... 'los amaba' de hecho. A amado a todos los que ha secuestrado alguna vez.
---
En cuanto Albariño entró en la sala de conferencias del Departamento de Policía de la ciudad de Westland, fue recibido con la siguiente escena:
"¡Ridículo!" Olga Molozze dijo con estrépito: "Veo que no me necesitan aquí, me voy a casa".
Hardy se exasperó y dijo: "Por el amor de Dios, Olga..."
"Dios no puede ayudarte en esto", dijo Olga con enfado, moviéndose salvajemente para apartar el pelo oscuro que le había caído delante de la frente y luego alargando la mano para señalar a la otra persona de la sala: un hombre alto con un saludable tono de piel trigo. "Obviamente, este hombre, el gran Lavazza McCard, es el único que puede ayudarte a-"
"Te he dicho muchas veces que no lleves tus emociones personales al trabajo, Molozze". El hombre conocido como Lavazza McCard interrumpió con el ceño fruncido, con el mismo tono que usaría un profesor para hablarle a un escolar que no hace los deberes: "Sabes perfectamente que no es prudente derramar tu ira sobre mí".
"¿Lo sé? ¡¿Qué sabré yo?!" Olga se mofó con airado enfado, Albariño nunca la había oído hablar en ese tono. "Lo único que sé es que me obligaste a dejar mi trabajo en la BAU-".
"¡Dios, dimitiste por tu cuenta, Molozze!" McCard replicó, levantando la voz y agitando la mano con impaciencia. Claramente habían discutido esto muchas veces con anterioridad.
"¡Ay, vamos!, ¿creíste que volverían a renovarme el contrato cuando hiciste tremendo discurso irracional sobre mí delante de esos viejos bastardos de ahí arriba? Lo único que conseguiste es que la gente comenzara a sospechar que he sobornado a quien sabe cuántos médicos durante el proceso de pruebas psicológicas para mi inducción". Olga gritó, con los ojos brillando de rabia: "Sólo porque ese libro, 'El caso de George Robbie: asesinato sin motivo', que acabó sin publicarse..."
"La razón por la que no se permitió la publicación del libro fue por el efecto... que podría haber tenido en la familia de la víctima".
"¡Entonces deberías habérmelo dicho cuando te mostré el primer borrador! No llegar a mi puerta el día antes de ir a la imprenta".
"¡¿Cómo iba a saber que ibas a escribir esa última parte?!" Fue como si la ondulante y seria fachada de McCard se hubiera roto por fin: "¡Ese último capítulo no es algo que una persona normal deba leer!..."
"¡No estaba en ninguno de los acuerdos de confidencialidad que firmé! ¿Crees que escribí esa parte para contar una broma?" Olga lo miró fijamente con enfado, como si estuviera a punto de volcar la mesa de conferencias de Hardy sobre su cabeza. "Escribí ese libro para los aprendices de Quantico y para aquellos estudiantes que estudiaban psicología criminal. Como sabes George era un raro ejemplo. ¿O te preocupaba que si se publicaba expusiera tu..."
McCard interrumpió con frialdad y rigidez: "George Robbie era el asesino".
"Sé que era el asesino". Olga lo miró fijamente y su voz se torció en una nota susurrante que brotó de entre sus dientes: "Pero estoy bastante segura de que el último caso lo cometió, efectivamente, un imitador, y se suponía que no íbamos a atraparlo de esa manera, usando...".
Los dos cayeron en un silencio incomodo, y Albariño trató en vano de romper este silencio eligiendo toser dos veces en un momento inoportuno como este.
-- Las tres personas de la sala lo miraron al unísono.
"Uh, hagan como si no estuviera aquí, ¿quieren?" preguntó débilmente Albariño, levantando la mano.

ESTÁS LEYENDO
Vino y armas
Gizem / Gerilim"Las cosas en el mundo son así: la prosperidad siempre va acompañada del pecado, y cuanto más depravado es uno, más puede vivir lo que el mundo llama una vida feliz." -Marqués de Sade Albariño es un médico forense del Departamento de Medicina Forens...