Dionisio en la tumba 01

228 28 18
                                    

"Esta cosa invencible e indescriptible que siempre esta ahí nos está destruyendo a cada momento".

----------

"Día vendrá en que serás viejo, tu cuerpo se desmoronará, y en un bello día soleado, cuando todos rían y gocen, tú serás como un tallo marchito que ha dejado de crecer."

La madre de Albariño, Xana Bacchus, leía con los dedos apoyados en la pesada cubierta del libro infantil, con voz suave y apacible. Su hijo, que entonces no tenía más de cinco o seis años, estaba hundido en su mullida cama, rodeado por el resplandor de la lámpara de la cabecera.

"No creo en la otra vida que nos prometen los curas; es una hermosa fantasía, un cuento para niños, muy agradable para quien es capaz de imaginarlo. Pero yo no vivo de imaginaciones, sino de realidades. ¡Ven conmigo y sé un hombre real!".

"¿Vivir en la realidad?" El niño preguntó.

"Sí, Al, son las cosas que tienes que experimentar, las cosas que tienes que hacer". Respondió Xana, alargando la mano para tocar las sienes del pequeño niño, sus cabellos eran finos, suaves, y rizados de un color rubio intenso. Un niño que era rubio a esa edad tenía muchas posibilidades de que su color de pelo se convirtiera en un castaño extremadamente oscuro a medida que crecía, pero esa parte del futuro aún estaba por verse.

El niño la miró parpadeando un poco adormilado, y preguntó en voz baja: "¿Qué tengo que hacer?".

"No puedo decirte qué es lo que tienes que hacer, porque todos tienen que hacer algo diferente". Xana se acercó y besó al niño en la mejilla, diciendo: "Te darás cuenta por ti mismo cuando crezcas, cariño".

"El Arte era una sirena que nos arrastra a la vanidad y a las concupiscencias de la carne. Somos falsos con nosotros mismos, con nuestros amigos, con Dios. La serpiente habla siempre en nosotros: «¡Come y serás como Dios!»".

----

Albariño dijo mientras estacionaba el auto: "Creo que todos tenemos el sentido común de no desmembrar nunca un cadáver en nuestras propias casas. La sangre y los residuos que se desprenden del proceso simplemente no se pueden eliminar en absoluto; y nadie quiere que llegue el día en que el CSI extraiga el ADN del fallecido de lo recóndito de la tubería del desagüe de su casa".

Habían alquilado un SUV todo terreno a la cual le pusieron una matrícula falsa antes de salir a la carretera. El viejo adagio seguía siendo el mismo: nadie sabía de dónde Herstal encontraba los medios necesarios para conseguir estas cosas ilegales y delictivas. Pero aun así: esta es la ciudad de Westland.

Ahora que el auto estaba estacionado frente a un edificio similar a la cabaña de un cazador en medio del bosque, ya estaba oscuro, y toda la casa solo podía verse en un tenue contorno oscuro a la luz de la luna. La nieve en todo el bosque brillaba con una luz blanca bajo la impasible noche. Herstal miró por la ventanilla del auto y preguntó: "¿Esta también es tu propiedad?"

"Nominalmente no". Albariño guiñó un ojo significativamente mientras sacaba un par de guantes de látex de su bolsillo y se los ponía antes de lanzarle otro par a Herstal. "Ponte estos, no quiero ninguna huella dactilar detectable en esta casa, siempre tengo que estar pendiente de que el lugar no sea descubierto por la policía en todo momento".

"Así que la razón por la que no encontraron nada en tu casa en la inspección de Schwandner fue porque ni siquiera estuviste allí en el momento de deshacerte del cuerpo". Herstal recordó lentamente, al parecer refiriéndose al incidente en el que los del CSI habían ido a registrar la casa de Albariño por el asesinato de Sarah Adelman y no encontraron más que un montón de huesos de coyote.

Vino y armasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora